La Resurrección del Señor

diciembre 2023 – Espiritualidad digital

Las generosas entrañas

Santo Tomás de Aquino era muy listo y muy gordo. Nadie escribió, ni ha escrito después de él, con esa clarividencia a la hora de desentrañar los misterios de la Fe. Pero, al final de su vida, tuvo un momento de luz que le derritió el corazón. Entonces compuso los himnos a la Eucaristía que todos conocemos: el «Pangue Lingua», el «Ave Verum»… Y, en ellos, es incapaz de separar la carne eucarística de Cristo de la carne virginal de su madre. «Ave, verum corpus natum de Maria Virgine», «Fructus ventris generosi»…

Si el primer Adán fue formado de barro de la tierra y animado con el soplo del Espíritu, el segundo Adán fue engendrado cuando ese mismo Espíritu descendió a la carne de la Virgen. Al no concurrir semilla de hombre alguno, todos los rasgos genéticos de Jesús de Nazaret eran los mismos de su madre. El rostro de Cristo es muy similar al de María.

Miradlo en la sagrada Hostia; allí está el cuerpo nacido de María. Cuando comulgamos ese cuerpo y nos unimos a Él, nos encontramos tendidos en el pesebre, arropados y protegidos por la madre de Dios.

Hoy es un gran día para decir: «Mamá».

(0101)

“Evangelio

Zumo de hipocresía

Un filósofo diría que Dios, suma de todas las perfecciones, no puede crecer. Pero un filósofo no tiene por qué saber que Dios se ha encarnado por Amor. San Lucas, que no es filósofo, pero sabe que Dios se ha hecho niño, afirma de Dios: El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría.

Ahí lo tienes: Dios niño, creciendo como un niño. Protegido por una madre y un padre llamados María y José. Sí, sí, protegido, porque es tan niño como Dios. Y, como todo niño, necesita el abrigo de una familia que lo proteja del frío del mundo para crecer afectiva y psicológicamente sano.

Nos llevamos las manos a la cabeza cuando oímos que mueren niños en las guerras. Pero nuestra sociedad «pacífica y civilizada» mata fríamente, en el seno materno, más niños que todas las bombas. Y a gran parte de los que nacen los vomita al frío y a la soledad con el divorcio de unos padres que no supieron quererse cuando quererse suponía sufrirse.

Hasta que Occidente no se abra a la familia, a la vida y al amor verdadero, sus lágrimas ante las guerras televisadas serán tan sólo zumo de hipocresía.

(SDAFAMB)

“Evangelio

El doble apostolado de Ana

Me comenta un anciano: «Padre, usted nos insiste mucho en que anunciemos el nombre de Cristo a quienes no lo conocen. Pero ¿a quién voy a anunciarlo yo, si apenas puedo salir de casa?»

Y, entonces, pienso en Ana, ya muy avanzada en años. Pienso en ella, y en su doble apostolado.

Nos cuenta san Lucas que esta santa mujer vivía sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. He ahí su primer apostolado, el de la oración. Cuánto bien podéis hacer los ancianos con vuestro rosario, si aplicáis esas avemarías por tantas almas que están lejos de Dios. Comenzáis por vuestros familiares: la hija que se apartó de la Iglesia y no ha querido bautizar a vuestro nieto, el hijo que dejó de rezar tras divorciarse de la mujer… Con un rosario en las manos, sois grandes apóstoles.

Y, después, la alegría. Ana alababa también a Dios y hablaba del niño. También vosotros, con una sonrisa, habláis de Cristo a quienes vienen a visitaros. Y ellos, al veros contentos, saben que es Dios quien os alegra la vida. Y toman nota, aunque parezca que no hacen caso.

Sí, sí, los ancianos podéis ser grandes apóstoles, si queréis.

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“Evangelio

Los contemplativos con bol de palomitas

Cuando se les habla de la necesidad de la oración contemplativa, muchos cristianos miran con extrañeza al sacerdote. Piensan que les está señalando las cumbres de los místicos, y que ellos, que ya se las ven y se las desean para perseverar en sus diez minutos diarios de oración, jamás alcanzarán ese ideal. Sin embargo, después van al cine y se tragan una película de tres horas. ¿No es contemplativo eso? Claro, claro, san Juan no es Cristopher Nolan.

Ya basta de excusas. La contemplación no es privilegio de almas escogidas. Cualquiera que haya visto El Padrino u Oppenheimer está capacitado para la contemplación. Y es mil veces más maravilloso contemplar la vida de Cristo que ver a Marlon Brando con una monda de naranja entre los dientes.

Puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a su Salvador. Ante la contemplación del rostro del Niño Dios, Simeón supo que su vida estaba cumplida, que había nacido para mirar aquellos ojos, y que jamás encontraría una belleza semejante.

A esa dicha estás llamado tú. Y olvídate de esos miserables diez minutos. Dedica, al menos, media hora diaria a contemplar el Evangelio, y enamórate de Cristo.

(2912)

“Evangelio

¿Y no nos escandaliza?

Nos hemos acostumbrado, ya no nos escandaliza. Tanto peor para nosotros, hemos perdido la sensibilidad necesaria para temblar de asombro. Deberíamos volver atrás, al primer anuncio, y recuperar el escándalo. Porque toda la liturgia de hoy parece escrita para romper esquemas. La oración de después de la comunión anuncia «la fiesta de quienes, incapaces todavía de confesar de palabra a tu Hijo, han sido coronados con la gracia celestial».

¿Cómo es posible que, ante una masacre que tiñó de sangre las cunas de cientos de niños, ante el llanto de Raquel, que llora a sus hijos, y rehúsa el consuelo porque ya no viven, la Iglesia se alegre y haga fiesta en este día? Semejante atrevimiento pide a gritos una explicación.

Y ésta es la buena noticia: Ha venido la Luz al mundo, las tinieblas se han poblado de claridad, la muerte se ha convertido en camino hacia la Vida. Si el Hijo de Dios ha bajado a la tierra, a través de Él sube el hombre al cielo. Hemos salvado la vida, como un pájaro, de la trampa del cazador (Sal 124, 7). Hoy Raquel sabe que sus hijos viven, hoy cesa su llanto y debería cesar el nuestro.

(2812)

“Evangelio

Necesitamos los belenes

¡Qué sería de nuestra Navidad sin los belenes! Los ojos necesitan posarse en esas figuras para que, a través de ellas, el alma acoja, por la fe, la buena noticia que proclaman.

Siglos atrás, Moisés rogó a Yahweh que le mostrara su rostro. Y Yahweh le respondió que su rostro no lo podría ver. El profeta se dio la vuelta mientras Dios pasaba, y, al volverse, apenas alcanzó a ver su espalda.

Hoy, Juan nos anuncia la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó (Jn 1, 2). ¿Sabes lo que eso significa? ¡Que Dios se ha girado hacia nosotros, se ha dado la vuelta y nos ha mostrado su rostro! El propio apóstol vio, en la santa faz del Redentor, el rostro de Dios. Pero, antes, lo vieron María y José en Belén.

¡Dichosos ojos nuestros, que podrán contemplar un día la belleza del más hermoso de los hijos de Adán! Hasta que ese día llegue, necesitamos los belenes, los crucifijos y, sobre todo, el blanco inmaculado de la Hostia. Clavando en ellos la mirada, entra en el alma la luz.

Entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

(2712)

“Evangelio

Demasiado bonito, completamente cierto

Conversaba hace pocos días con un amigo que se declara ateo. «Sugestión, sugestión, sugestión. Estáis sugestionados con una historia bonita, y os la creéis». Desde luego, la historia es bonita. Que Dios, para salvar al hombre, se haya encarnado en un niño y camine con nosotros es la historia más hermosa que cabe imaginar. Pero la Navidad no brilla porque es hermosa, sino porque es cierta. Sé que nos cuesta creerlo, es todo demasiado bonito para ser verdad. Pregunté a mi amigo: «¿Crees que alguien se dejaría matar por mantener una sugestión, una paranoia?». Y no debió pensar mucho la respuesta, porque sonó como un escopetazo: «¡No! Con un cuchillo al cuello se te pasan todas las paranoias».

El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán. La verdad del anuncio navideño está sellada con sangre. Cientos de miles de personas, durante dos mil años, se han dejado matar para confesar que ese Amor manifestado en Belén y consumado en el Gólgota no sólo es bonito, sino que es cierto.

Mira el Belén. No te está contando un cuento, te está anunciando la verdad. Cree, y alégrate.

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