La Resurrección del Señor

16 diciembre, 2023 – Espiritualidad digital

Levanta la vista, que está amaneciendo

Aunque, tanto en Adviento como en Cuaresma, la liturgia se vista de morado, ambos tiempos litúrgicos son muy distintos. La Cuaresma es un camino de tinieblas que culmina en la noche cerrada del Calvario para después recibir la luz, como un estallido, en la noche de Pascua. El Adviento, sin embargo, es como el amanecer: una luz que primero se presiente, después se va tornando claridad, y finalmente lo llena todo con la salida del Sol.

Hoy es domingo «gaudete», «alegraos». La luz presentida ya es claridad, y el horizonte va mostrando los primeros colores de la aurora. Nuestro profeta del Adviento, Juan, nos lo anuncia lleno de gozo: Este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.

Sé que tienes cientos de problemas, y multitud de motivos para estar triste. Pero no dejes que esas tinieblas cautiven tus ojos. ¡Levanta la vista, mira la luz que viene! ¿Has puesto ya el Belén en casa? Míralo y alégrate, que viene Cristo a iluminar tu vida. Clava en Él tus ojos, y conviértete, como Juan, en un Belén viviente.

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La pequeña profetisa

Mientras impartía catequesis a unos niños en fechas como éstas, cerca ya de la Navidad, les pregunté para qué había venido al mundo el Niño Dios. Una chiquilla de apenas ocho años levantó la mano y respondió sin dudarlo un segundo: «Ha venido para morir». Así profetizan los niños.

Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos. A Juan lo mataron. A Cristo lo mataron. Ése es el camino que nos han marcado.

Nuestra misión no es congraciarnos con el mundo, sino anunciarle a un mundo secularizado la verdad de Dios. Con todas las consecuencias.

Si nos quedamos rezando en los templos, el mundo nos ignorará. Y si nos dedicamos exclusivamente a las obras sociales, nos aplaudirá. El mundo quiere una iglesia que no moleste, que se quede rezando en los templos y se dedique a obras sociales.

Pero si vivimos como santos en medio del mundo y proclamamos abiertamente la verdad, el mundo nos perseguirá. Y, según anunció mi pequeña profetisa, sabremos a qué hemos venido al mundo: a entregar la vida dando testimonio de Jesús.

(TA02S)

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