Hoy quisiera recuperar el primer escándalo. Lo hemos perdido. En los Oficios, se nos mostrará la Cruz, nos acercaremos a besarla, y quizá nos conmovamos al posar nuestro beso en esos pies. Pero ya no nos escandaliza.
Si alguien completamente ajeno al cristianismo nos viera, se escandalizaría, nos tomaría por locos. ¿Ése es vuestro Dios? ¿Habéis perdido el juicio? Miradlo, está derrotado, desnudo y agonizante. ¿Dónde está su poder, dónde su gloria? ¿Acaso alguna religión muestra a su dios humillado? Sin ser Dios, Napoleón pasó a la Historia subido en un corcel, no llorando por Waterloo.
El hombre busca en Dios protección contra el sufrimiento y la muerte. ¿Qué puede esperar de un Dios sufriente? ¿Cómo podemos presentar crucificado a Jesucristo, y confesar ante el mundo que es Dios?
No puedo apartar la mirada de esa Cruz. O estamos locos, o en esa humillación está su mayor victoria. «¡Victoria, tú reinarás! ¡Oh, Cruz, tú nos salvarás!»
O estamos locos, o Cristo está tomando posesión de la muerte para convertirla en Amor, y está derrotando al pecado arrebatándole su aguijón mientras éste se clava en su costado.
No. No estamos locos. Estamos redimidos. Bendito escándalo, que abre las puertas del Misterio.
(VSTO)