Dice santa Teresa de Jesús que la vida no es sino «una noche en una mala posada». Para no exagerar, digamos que tiene tanta razón como una santa, puesto que más razón que un santo sólo tiene Dios. Mientras todavía dormimos, la voz de los santos nos recuerda que soñamos. Pero un día, al fin, despertaremos, y tendremos todas las tribulaciones de esta vida por un mal sueño con amanecer feliz.
No obstante… ¿por qué esperar? ¿No podemos despertar hoy? Esta tarde comienza el Adviento, y debería encontrarnos en vela, como centinelas de la aurora, no como niños sumergidos en una pesadilla.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo. Es una invitación a apartar la mirada de los fantasmas nocturnos y a posar los ojos en la luz. La luz es Cristo. Fuera de Él, todo es mentira, apariencia y muerte; una conjura de las sombras liberadas por el pecado.
Cuida la presencia de Dios en este día. Es la mejor forma de acabar el año litúrgico y recibir el anuncio del Adviento. Comienza la jornada con un tiempo de oración, clava tus ojos en el Señor, y no los cierres. La posada seguirá siendo mala, pero mejor habitarla con luz.
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