Pueblo sacerdotal
A aquellos fariseos, que acusaban a los discípulos de violar el sábado, debieron escandalizarles las palabras de Señor.
Comieron de los panes de la proposición, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino solo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa?
Cristo siempre escandaliza a los puritanos. No se conforma con defender a los suyos. Da un paso más y lleva hasta el escándalo la indignación de los fariseos, al equiparar a sus discípulos con los sacerdotes, condición reservada a la tribu de Leví.
Pero, en Cristo, el sacerdocio antiguo ha saltado por los aires. Él ha inaugurado un nuevo sacerdocio, del que todo bautizado es partícipe. Somos pueblo sacerdotal.
Los sacerdotes ordenados somos configurados con Cristo Cabeza, pero también el cuerpo, unido a la cabeza en el altar, desempeña el sacerdocio de Jesús. Vosotros lo ejercéis en cada misa, llevando al altar vuestras vidas, y cada mañana, cuando hacéis el ofrecimiento de obras.
Por eso coméis del pan de vida, por eso os sentís en casa en el templo, por eso sois transformados en ofrenda permanente.
(TOP15V)