La Resurrección del Señor

Tiempo Ordinario (ciclo par) – Página 2 – Espiritualidad digital

La suegra y el búnker

Se acercó, padre quiero hablar con usted. Vale, habla. Y me contó todos los pecados de su suegra. Pobrecilla, querría desahogarse, pero no sé si está bien. Lo más gracioso es que terminó su filípica con una profesión de fe en la divinidad de Cristo: «¡Cómo se nota que Jesús era Hijo de Dios! Por eso profetizó que había venido a enemistar a la nuera con su suegra». Lo de poner al Señor de su parte tras poner a caldo a la suegra era demasiado, y se lo hice ver.

Porque Jesús no quería decir eso cuando afirmó: He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.

Jesús está proclamando la catolicidad del corazón de sus discípulos. «Católico» significa «universal», abierto, volcado hacia el mundo entero. Así debe ser el corazón del cristiano. Pero, en ocasiones, la familia se convierte en un universo en miniatura, un búnker del que sólo sale el cristiano para acudir al templo. Entonces es preciso abrir puertas, aunque sea rompiendo muros. Porque una familia cerrada, por mucho que rece, no es católica.

(TOP15L)

Vamos, que no rezas

–¿Tú rezas? –¿Yo? ¿Que si rezo? ¡Vaya si rezo! Paso todo el día rezando. Rezo mientras conduzco, rezo mientras trabajo, rezo mientras hago la compra… –Vamos, que no rezas.

¿Imaginas que quisieras entablar una relación de amor con un ser querido a base de hablar con él por teléfono mientras conduces, mientras haces la compra…? Al final, esa persona te acabaría diciendo: «Deja el móvil, por favor, y vamos a quedar los dos en un lugar tranquilo para hablar a solas».

Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea. Tienes que reservar para Dios momentos en los que apagues la luz, bajes el ruido y escuches al oído palabras de Amor. Si no disfrutas a diario de media hora tranquila dedicada a la oración mental, puede que hables con Dios, pero no rezas. Te falta intimidad con el Señor. Y te pierdes lo mejor de la vida. No sólo eso: le estás privando a Jesús, que tanto te quiere, de esos momentos a solas contigo.

No es tan difícil. Un capítulo de una serie dura 50 minutos. ¿No puedes pasar 30 a solas con tu Señor?

(TOP14S)

Cordero entre lobos, paloma entre serpientes

Se ha escrito mucho sobre este consejo de Jesús: Sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Desgraciadamente, muchos lo invocan cuando quieren saltarse una norma para combatir al mal con sus propias armas. Di esto, aunque sea mentira. Que nos hagan factura sin IVA. Esos ingresos sácalos de la contabilidad oficial. Somos cristianos, pero no tontos. Que el Señor nos quiso sagaces como serpientes.

¡Qué pena! El Cordero sin pecado, que renunció a defenderse con la violencia y la mentira, jamás nos incitó a pecar; más bien nos animó a abrazar el martirio: Os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa.

Te diré lo que significa ser sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Significa tener abiertos los ojos y conocer el mal, sin que el mal entre en ti. Vivir entre ladrones sin robar, entre mentirosos sin mentir, entre lujuriosos manteniéndote casto. Y conservar, sin huir del mundo –al revés, sumergido en el mundo– una limpieza interior que el mundo no conoce. Esa limpieza dará testimonio entre ellos del Amor de Dios.

Claro que esto es más difícil que pecar «por el reino de Dios».

(TOP14V)

Los vacunados

Hasta la epidemia de 2020, todos sabíamos en qué consistía una vacuna. Se trataba de inocular el virus pernicioso en cantidades pequeñas, para que así el organismo generase defensas contra él. ¿Y qué tendrá esto que ver con el evangelio de hoy? ¡Todo!

No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Los paganos nunca habían conocido a Dios, pero las ovejas descarriadas de Israel sí lo habían conocido. Se descarriaron porque su fe era débil y su piedad tibia. Por eso, cuando escucharon el anuncio, muchos de ellos estaban «vacunados» contra el Amor de Dios. Su corazón estaba endurecido.

¡Cuánto daño hacen los padres a sus hijos cuando los llevan a recibir catequesis y, después de la primera comunión, no vuelven a traerlos a la iglesia! Esos niños quedan vacunados contra la piedad. Y después, de mayores, si escuchan hablar de Cristo, responden: «¡Eso ya me lo dijeron los curas en la catequesis cuando era niño! ¡Si hasta fui monaguillo! ¡Menudo cuento!»

He visto a muchos ateos convertirse y aspirar a la santidad. Pero la tarea más difícil es la evangelización de las ovejas descarriadas. Las vacunadas.

(TOP14X)

Cuando todo sucede al revés

Aquel pobre hombre que presentaron a Jesús había sido poseído por un demonio que le había sellado los labios. Quizá no fue culpa suya, le hubiera gustado hablar, pero no podía. Se trataba de un enfermo, no de un hombre perverso. Y Jesús, compadecido de su enfermedad, lo sanó: Después de echar al demonio, el mudo habló.

No es lo peor. Peor es cuando todo sucede al revés: El hombre decide callar, y con su silencio abre al demonio las puertas de su alma.

El peor demonio mudo no es el que te invade por sorpresa, sino aquél a quien invitas tú a entrar con tu silencio. «Esto mejor no lo cuento en la dirección espiritual, no me van a entender». «No hablaré de Dios a estas personas, se burlarán de mí y me “cancelarán”». «No corregiré con cariño a este hermano que está haciendo las cosas mal, no vaya a ser que se vuelva contra mí; allá él».

Podría presentar mil ejemplos más, pero se me acaba el espacio. Lo que debes saber es que, en estos casos, no necesitas un exorcismo. Si todo comenzó al revés, todo debe terminar al revés: «Después de hablar, el demonio se marchó».

(TOP14M)

Tu cuerpo, su cuerpo

Gran parte de sus milagros los realizó Jesús a través de su cuerpo. Tocaba, lo tocaban, tomaba de la mano a los enfermos, introdujo sus dedos en los oídos del sordo y tocó con la saliva su lengua; también con su saliva hizo barro para ungir los ojos del ciego… Por eso la gente buscaba su cuerpo, y por eso aquella enferma pensó que con solo tocarle el manto se curaría. Por eso, también, entrando en la habitación de la hija de Jairo, que había muerto, cogió a la niña de la mano y ella se levantó.

Ese divino cuerpo, que tantos milagros obró, está en el cielo. Pero también, no lo olvidemos, ese cuerpo somos nosotros. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? (1co 6, 15). El cuerpo de un cristiano en gracia, ese cuerpo que devora la comunión, es también convertido, místicamente, en cuerpo de Cristo.

No le robéis vuestro cuerpo al Señor. Dejad que Él lo lleve y lo traiga, lo acerque a los tristes y lo aproxime a los pecadores. Cuántas maravillas podrá obrar Jesús en quienes sufren y en quienes viven sin Dios si ponéis vuestro cuerpo –¡que es suyo!– a su servicio.

(TOP14L)

El ayuno y el banquete

El aburguesamiento en que ha caído el cristianismo occidental hace que pocos cristianos ayunen. Muchos piensan que el ayuno es el rostro de un cristianismo desfasado y triste, más centrado en el dolor que en la alegría, en la muerte que en la vida… y así nos va. Al relegar el pecado, la condena, el ayuno y la muerte, dejamos de apreciar la gracia, la misericordia, la fiesta y la vida.

Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán. Hemos olvidado que nos han arrebatado al Esposo, y que han sido nuestros pecados quienes nos lo han arrebatado. Y que, si no nos entristecen esas traiciones, es señal del poco amor que profesamos a nuestro Salvador. El ayuno es una mera consecuencia de ese dolor. Nadie quiere comer cuando está triste.

Y hemos olvidado, también, que, tras la tristeza del viernes y la soledad del sábado, viene la alegría del domingo. El Esposo, arrebatado por nuestras culpas, resurgirá glorioso del sepulcro por el poder de Dios, y nos anunciará el perdón de nuestros pecados. Entonces comeremos y beberemos llenos de gozo. Y sabremos que, al final, nuestro ayuno sirvió para hacer hambre y disfrutar de ese banquete.

(TOP13S)

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