El hombre más solitario de la tierra

Ayer dijo Jesús: A mí no siempre me tenéis (Jn 12, 8). Y hoy: Me queda poco de estar con vosotros. Se marcha Jesús. Y se marcha solo. Donde yo voy no podéis venir vosotros.

La soledad de Cristo durante su Pasión es sobrecogedora. Gran parte del tiempo que duró su suplicio estuvo rodeado de gente: soldados, miembros del Sanedrín, sumos sacerdotes, gentes que se amontonaban a los lados del camino durante el Vía Crucis… Pero Él estaba solo, porque los hombres se volvieron enemigos. No tenía dónde mirar para encontrar consuelo. Y cuando, después, fue levantado en la Cruz…

… La cruz es la figura del hombre más solitario de la tierra: Aún no recibido en el cielo, abandonado de Dios, vomitado del mundo. Estoy desvelado, gimiendo, como pájaro sin pareja en el tejado (Sal 102, 8).

¿Podremos acompañarlo este año? Quienes no somos capaces de soportar la más mínima contrariedad, ¿seremos capaces de caminar a su lado durante su Pasión? ¡Cuánto lo desearíamos! Pero nos vemos ¡tan impotentes! ¿Qué haremos?

Te diré lo que haremos: abrazarnos, como Juan, a la Virgen María. Ella fue el único consuelo de Cristo en su dolor. Hagámonos pequeños, subamos a sus brazos.

(MSTO)