«¿Y por qué tengo siempre que dar yo el primer paso? Después de lo que me ha hecho, debería venir a pedirme perdón». Te suena la frase, ¿verdad? A mí también. Está en el comienzo de muchas rupturas. Esa frasecita debió componerla el Diablo.
«Le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». «Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel». Jesús significa «Dios salva», y Enmanuel «Dios con nosotros». Pero, en realidad, ambos significan lo mismo: Dios da el primer paso. Nos salva acercándose a nosotros, que nos habíamos separado de Él por nuestras culpas. No se acerca sólo a quienes le habían pedido perdón. Se acerca también, y con especial ternura, a quienes nunca le pidieron perdón, a las ovejas perdidas a quienes viene a rescatar. Ahí tienes un motivo para dar, tú también, el primer paso.
«¿Y si me decido a dar el primer paso y, encima, me desprecia?». Entonces serás como el Señor. Dio el primer paso, se acercó a los hombres, y los hombres lo crucificamos. Con su muerte nos redimió. No está mal. Es mucho mejor que quedarte quieto alimentando rencores.
(1812)