¿Cuál fue el momento, el preciso instante en que la Virgen quedó encinta y el Hijo de Dios se encarnó en sus purísimas entrañas? No lo sabemos, como no sabemos en qué instante nació Jesús ni en qué instante resucitó. Son escenas que han quedado veladas para nosotros, ocultas en el secreto de Dios. Pero podríamos aventurar que, al igual que se convierte el pan en cuerpo de Cristo al sonido de las palabras del sacerdote, se encarnó el Verbo al sonido de las palabras de María:
He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
Porque en ese momento, en que confluyen la voluntad del Creador y la de la criatura, se abren las puertas a la acción divina. Dios toma posesión amorosa del hombre, y realiza maravillas a través de las almas dóciles. Bendita obediencia, que nos convierte en instrumentos del milagro.
Dios quiere poner un Belén donde amanezca su Hijo, y quiere ponerlo en tu alma. Como a la Virgen, en estos días te pide permiso. Pero tú no estás allí, porque estás pendiente de mil cosas que suceden fuera. Recógete en oración, escucha el anuncio, responde. Verás salir el Sol dentro de ti.
(2012)