La Resurrección del Señor

1 junio, 2024 – Espiritualidad digital

Saber de Amor, sabor de Amor

No hace falta saber latín para entender que «Corpus» significa «cuerpo». Y basta con haber nacido de mujer para entender que «cuerpo» significa «amor». Los hombres no sabemos, no podemos amar sin sonreír, abrazar, besar, acariciar… Entre nosotros, cualquier amor que no encuentre su expresión en el cuerpo está destinado a morir de asfixia.

Tomad, esto es mi cuerpo. Si Cristo quería perpetuar en la Historia su Amor al hombre, era necesario que nos dejara su cuerpo, y que nos lo dejara así, entregado a los nuestros para perpetuar esa alianza.

Y de qué manera te has quedado, ¡Oh, Jesús! Tan pequeño, tan rendido, tan manso, tan dulce… No hay caricia, ni sonrisa, ni beso ni abrazo en esa unión de tu cuerpo y el nuestro que tiene lugar cuando comulgamos. Los sentidos quedan sedientos y crucificados. Pero es tan íntima, tan profunda la unión que se produce entre nosotros que ambos llegamos a ser una sola carne. Y, mientras el cuerpo anhela, el alma se llena de un gozo que es más del cielo que de la tierra.

Tú dijiste que si no comemos tu cuerpo no tendremos vida. Yo añado que quien no comulga no sabe de Amor.

(CXTIB)

Cristo jugando al póker

Quien nos aconsejó que fuéramos astutos como serpientes y sencillos como palomas supo guardar muy bien sus cartas cuando fue necesario.

Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto.

Aquí tenéis a Cristo jugando al póker. «Descubre tus cartas, y descubriré las mías. Pero si te guardas las tuyas, yo me guardaré las mías».

Es verdad. Cada uno se lleva de la oración la medida de lo que ha puesto en ella. Quien no es sincero con Jesús y se niega a abrir el corazón no alcanzará intimidad con Él. Pero si uno abre el corazón en la oración, se cumplirán aquellas palabras del Señor: A vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer (Jn 15, 15).

En la dirección espiritual sucede lo mismo. Cada uno se lleva según lo que pone. Quien no es sincero con el confesor apenas se llevará un consejo genérico. Quien abre sin miedo el corazón en la dirección espiritual obtendrá de ella el consuelo y el consejo necesarios para ser santo. Que también los sacerdotes tenemos que jugar al póker de cuando en cuando.

(TOP08S)

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