No hace falta saber latín para entender que «Corpus» significa «cuerpo». Y basta con haber nacido de mujer para entender que «cuerpo» significa «amor». Los hombres no sabemos, no podemos amar sin sonreír, abrazar, besar, acariciar… Entre nosotros, cualquier amor que no encuentre su expresión en el cuerpo está destinado a morir de asfixia.
Tomad, esto es mi cuerpo. Si Cristo quería perpetuar en la Historia su Amor al hombre, era necesario que nos dejara su cuerpo, y que nos lo dejara así, entregado a los nuestros para perpetuar esa alianza.
Y de qué manera te has quedado, ¡Oh, Jesús! Tan pequeño, tan rendido, tan manso, tan dulce… No hay caricia, ni sonrisa, ni beso ni abrazo en esa unión de tu cuerpo y el nuestro que tiene lugar cuando comulgamos. Los sentidos quedan sedientos y crucificados. Pero es tan íntima, tan profunda la unión que se produce entre nosotros que ambos llegamos a ser una sola carne. Y, mientras el cuerpo anhela, el alma se llena de un gozo que es más del cielo que de la tierra.
Tú dijiste que si no comemos tu cuerpo no tendremos vida. Yo añado que quien no comulga no sabe de Amor.
(CXTIB)