Cristo jugando al póker

Quien nos aconsejó que fuéramos astutos como serpientes y sencillos como palomas supo guardar muy bien sus cartas cuando fue necesario.

Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto.

Aquí tenéis a Cristo jugando al póker. «Descubre tus cartas, y descubriré las mías. Pero si te guardas las tuyas, yo me guardaré las mías».

Es verdad. Cada uno se lleva de la oración la medida de lo que ha puesto en ella. Quien no es sincero con Jesús y se niega a abrir el corazón no alcanzará intimidad con Él. Pero si uno abre el corazón en la oración, se cumplirán aquellas palabras del Señor: A vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer (Jn 15, 15).

En la dirección espiritual sucede lo mismo. Cada uno se lleva según lo que pone. Quien no es sincero con el confesor apenas se llevará un consejo genérico. Quien abre sin miedo el corazón en la dirección espiritual obtendrá de ella el consuelo y el consejo necesarios para ser santo. Que también los sacerdotes tenemos que jugar al póker de cuando en cuando.

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