Se queja Jesús. Viene a traer la salvación a los hombres, y los hombres no le escuchan. Los ninivitas escucharon el anuncio: «Si no os convertís, pereceréis en cuarenta días». Ayunaron, hicieron penitencia y se salvaron; se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.
Lo más sorprendente es que quienes hoy no escuchan ni a Jonás, ni a Salomón, ni, desde luego, a Cristo, escuchan reverentemente a Greta Thunberg y a Bill Gates anunciar que el planeta va a destruirse y proclaman su ayuno: Dejan de comer carne, dejan de usar el coche, dejan de emplear bolsas de plástico, etc. Pero como les digas que dejen de pecar porque van a condenarse se volverán contra ti. Ya se ve que no hay generación que no tenga sus profetas. Ni sus herejes. Quienes anunciamos a Cristo somos herejes para esta generación.
Nosotros escuchemos al verdadero profeta, a Cristo. Hagamos penitencia, convirtámonos a Él. Si, además de eso, salvamos el planeta, estupendo. Si, a pesar de todo, no lo conseguimos, salvemos, al menos, las almas. Una sola de ellas vale más que todas las aguas del mar y todos los árboles de la tierra.
(TC01X)