La Resurrección del Señor

3 febrero, 2024 – Espiritualidad digital

Obraréis milagros mayores

Buscad, en los evangelios, a un solo enfermo que implorara de Jesús la sanación y no la obtuviera. No lo encontraréis.

La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males. Jesús no negó la curación a ningún enfermo que se lo pidiera con humildad; incluso curó a muchos que no se lo habían pedido, como el soldado Malco o el paralítico de la piscina probática.

Cuando, en 1917, la Virgen apareció en Fátima, los videntes le rogaron por multitud de enfermos. Ella respondió: «Algunos se curarán». Y algunos se curaron. No todos. Yo he visto sanaciones milagrosas. También he peregrinado a Lourdes con enfermos, y esos enfermos murieron. Murieron todos en los brazos de la Inmaculada.

Cristo ya no sana a todos los enfermos. No os enfadéis si no obtenéis el milagro. Ahora los cielos están abiertos, ahora la muerte es camino hacia la Vida. Por eso, ahora Cristo sana las almas. Vienen enfermas al sacramento del Perdón, y la absolución obra siempre el milagro; un milagro mucho mayor que la resurrección de Lázaro. Todo aquel que acude contrito al confesonario resulta curado. Allí es donde ahora se derrama el poder sanador de Jesús.

(TOB05)

En busca de intimidad

En los comienzos de su vida pública, sabemos que Jesús buscaba lugares desiertos para orar a solas. Pero, conforme su fama se fue extendiendo, cada vez le fue más difícil encontrar intimidad con su Padre; la gente le seguía a todas partes.

Se fueron en barca a solas a un lugar desierto. Entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud.

Así, día tras día, hasta el Calvario. Allí, finalmente, se quedó solo con sus seres más queridos en medio de la noche. ¿Quién iba a querer seguirlo a ese pozo de tinieblas, donde quien antes sanaba a los enfermos es ahora un mosaico de dolores y ultrajes? ¿Quién, de entre aquéllos que buscaban milagros, lo acompañaría al valle de las sombras, donde el alma se siente abandonada por Dios? Únicamente quienes lo amaban sólo a Él.

El Gólgota es el lugar desierto, despreciado por los hombres, donde Jesús y el alma se quedan a solas, y el alma descansa mientras reposa Cristo en su Padre, entregándole el Espíritu.

No te extrañe si te sientes solo. Estás a solas con Jesús en medio de la noche. Descansa.

(TOP04S)

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