Cuando el Diablo tentó a Cristo en el desierto invitándole a convertir las piedras en panes, Jesús respondió: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt 4, 4).
Esa palabra salida de la boca de Dios es muy poderosa. Según Isaías, brota de labios del Altísimo con un encargo que cumplir: Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo (Is 55, 11).
Vosotros orad así: «Padre nuestro que estás en el cielo». El Padrenuestro es palabra salida de la boca de Dios encarnado. Es fruto de los sentimientos de su corazón sacratísimo. Lleva el «ruah», el Espíritu, el aliento y calor de Cristo, como un beso muy dulce salido de su boca.
Ya sé que rezas muchos padrenuestros. Los disparas al cielo como flechas, intentando conquistar el botín de tus deseos. Pero ¿alguna vez has recibido tú ese flechazo de Amor?
Antes de rezar el padrenuestro, recíbelo como un beso de Dios. Sus palabras son alimento. Saboréalas, y te alimentarás de Cristo. Come hoy esa palabra, y darás sentido a tu ayuno.
(TC01M)