La Resurrección del Señor

10 febrero, 2024 – Espiritualidad digital

¡Queda limpio!

Piensa en una persona cercana que te caiga particularmente mal. No me digas que no la encuentras, que no me lo creo. Te creo más si me dices que tendrías que elegir entre unos cuantos. Ok, piensa en el peor de todos, en ése a quien no puedes ver ni en pintura. Quizá te ha hecho daño; quizá, simplemente, te resulta desagradable; o, quizá, las dos cosas a la vez.

Se le acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme». Fíjate en él: la gente se apartaba a su paso para que no los contaminase, no querían ni respirar el mismo aire que aquel pobre hombre. Su aspecto físico era repugnante, nadie quería mirarlo. Jesús, sin embargo, lo miró con compasión, extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio».

Vuelve ahora a pensar en esa persona a quien no soportas. Pídele prestados a Jesús sus ojos, y mírala con ellos… Verás, en primer lugar, que es una persona que sufre. ¿No te das cuenta de que lleva el sufrimiento en la cara? ¡Como tú! Mira su sufrimiento y compadécete. Acércate sin miedo a ella, no temas tocarla… y quien habrá quedado limpio ¡serás tú!

(TOB06)

Dios cuenta contigo

La sagrada Biblia nos revela que todo cuanto existe fue creado de la nada por Dios. Pero, una vez creado el hombre, Dios ya nada crea sin él. Para llevar la creación hacia su fin, Dios cuenta con el trabajo humano.

Tomando los siete panes, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran.

¿Acaso no podía el Verbo por quien todo fue creado crear miles de panes de la nada? Podía, pero no quería. Dios, para socorrer al hombre, cuenta siempre con el propio hombre. Si los apóstoles no le hubiesen dado al Señor aquellos siete panes, cuatro mil personas hubieran desfallecido de hambre.

¡Cuántas maravillas de Dios se quedan sin hacer por falta de cooperación humana! Cuando una persona le dice «no» a Dios, debería ser consciente de que no es ella la única que se priva de la gracia. Con su «no» está privando a otros de las maravillas que Dios podría obrar a través de ella.

Sin embargo, un pequeño «sí» a la hora, por ejemplo, de hacer la oración de la mañana, puede abrir la puerta a grandes milagros obrados por Dios gracias a esa oración.

(TOP05S)

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