Nuestro tiempo está marcado por la obsesión por el físico. Nos empeñamos en prepararle un hermoso bocadillo a los gusanos, aunque los pobres, con esos cuerpos que les dejamos, morirán de hambre mientras admiran lo bien que habíamos guardado la línea. Ya no hace falta ser cristiano para ayunar; la gente ayuna más por culto al cuerpo que por culto a Dios. Por eso, si nuestros ayunos no tienen alma, se acabarán convirtiendo en una dieta con motivación religiosa añadida.
Te copio algunas notas que conforman el alma del ayuno cristiano. Y ninguna de ellas tiene que ver con adelgazar. El ayuno cristiano es:
Una manifestación de tristeza porque nuestros pecados han crucificado a Cristo y lo han expulsado de nuestras vidas. Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán.
Una búsqueda de los bienes espirituales, que no pueden ser apreciados cuando el cuerpo está saciado de consuelos terrenos.
Una conversión, de lo mundano, a lo eterno. Es decir, una forma de girarnos, de dejar de vivir para este mundo y comenzar a vivir para Dios.
Una búsqueda afanosa del rostro de Cristo. Damos la espalda a la belleza creada para saciarnos contemplando la faz de Salvador.
(TC0V)