Tenemos los ojos saltarines. Nos hacen chiribitas. No paramos de mirarlo todo. Fíjate en Fulano, cómo va vestido. ¿Te das cuenta de lo que hace Mengano? ¿Ves cómo se está portando Zutano? Mira a Perengano, no hay quien lo aguante. Por eso hay tantos con «vista cansada». No me extraña, cualquiera no se cansa de mover tanto los ojos con la viga puesta.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? La culpa no es de Fulano, ni de Mengano, ni de Zutano ni de Perengano, ni del butano. La culpa es tuya, por andar mirando donde no debes. Eres un contador de motas. Da descanso a tus ojos, y un respiro a tus hermanos.
Un consejo para tu salud ocular: Dedica los primeros minutos del día a la oración. Clava la mirada en Cristo, descansa tus ojos en Él. Y después procura no apartarlos de Él durante todo el día. Así, en lugar de juzgar, rezarás por Fulano, por Mengano, por Perengano, y por ti. Quizá entonces caiga la viga de tu ojo, y veas a Dios con las claridades del Espíritu.
(TOI12L)