La respuesta de Pedro a Jesús es conmovedora. No la piensa, la dispara o, mejor, se le dispara, se le escapa del corazón y brota a borbotones:
– ¿También vosotros queréis marcharos? – Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.
¿A quién vamos a acudir? Yo te lo digo, Simón. Si no hubieras conocido a Cristo, a mil y un sitios: al fútbol, al campo, a la playa, al parque, al trabajo, al bar, al cine… ¡Mira que no es grande y hermoso el mundo, tienes dónde elegir!
Pero, una vez que has conocido y amado a Cristo, si lo pierdes, no habrá lugar en la tierra capaz de recoger tu tristeza. Todo se te volverá muerte. Mira cómo llora María Magdalena junto al sepulcro, pensando que lo ha perdido. Ya no quiere ir a ningún sitio, no quiere vivir si Cristo no está a su lado. Y mírate a ti mismo, durante esos días en que pensaste que, por tu triple traición, lo habías perdido.
¡Qué ciertas son tus palabras, Simón! A mí me sucede lo mismo. Tengo mil y un sitios a donde ir, porque voy con Él. Pero, si lo perdiese, moriría de tristeza.
(TP03S)