No te das cuenta de que estás encerrado hasta que alguien abre la puerta y ves el campo, el sol y las montañas. Como en «Centauros del desierto», cuando John Ford abre la puerta de la casa, y frente a la luz del exterior descubres las tinieblas de la habitación. Es hora de salir.
Él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. A espacios abiertos. Eso hizo Moisés cuando sacó a su pueblo fuera de Egipto. Y también lo hizo el propio Jesús, al sacar a Lázaro fuera del sepulcro.
Eso hace conmigo el buen Pastor. Me llama cuando estoy encerrado en mi pecado, preso de mí mismo y de mis cosas, recluido en mis problemas, mis dolores, mis urgencias. Me dice, como a Lázaro: «Sal fuera, deja esas bobadas y ven conmigo, que ya es primavera y el cielo es enorme y claro».
No te confundas. «Fuera» es «dentro». «Sal fuera» no significa «sal a la calle a hacer footing». Significa «recógete dentro de ti, en lo profundo del alma, y allí descubrirás una puerta que te saca al cielo. Sal por ella y disfruta conmigo de las verdes praderas del reino de Dios».
(TP04L)