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Espiritualidad digital – Página 47 – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

La vocación matrimonial

Como se considera la opción «por defecto», el matrimonio está devaluado como vocación. La gente piensa: «Tú, de primeras, busca pareja y cásate… salvo que tengas vocación, claro». Es un error. El matrimonio, cada matrimonio, es fruto de una llamada divina personal e intransferible. Repara en que he escrito «cada matrimonio». Hay quienes, por no escuchar a Dios, se casaron con la persona equivocada.

En los evangelios vemos a Jesús llamando a algunos a abandonar su familia para seguirle. Pero ¿hay algún caso de llamamiento expreso al matrimonio? Lo hay. Está en el evangelio de hoy.

El que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: «Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».

Tan poderosa y exigente es esta llamada como la que recibieron san Pedro o san Pablo. Es la vocación de gran parte de vosotros. Los casados podéis llegar a personas a quienes los sacerdotes no llegamos. Pero debéis recordar que vuestra vocación es apostólica. No os quedéis encerrados en vuestras familias o en vuestros grupos de fe.

(TOI04L)

Nada sin ella. Simetrías y rimas de un poema divino

El Evangelio es un cuadro pintado por un Artista. Hay en él una armonía, un orden que escapa a cualquier genio humano. Fíjate, por ejemplo, en la perfecta simetría de su hechura.

Desciende el Verbo del cielo, y se oculta en el vientre de la Virgen. Volverá a entrar en el cielo desde un sepulcro cerrado. Sale Jesús del seno materno, y se inclina ante Él su madre para arroparlo. Antes de ser enterrado, esa misma madre se inclina para recibir en sus brazos el cuerpo muerto y desnudo del Hijo. Lo lleva la madre al Templo, y allí, de pie, junto al sacerdote, lo ofrece a Dios. Antes de morir, junto a la Cruz, la misma Virgen, de pie, ofrecerá al Padre el cuerpo del Hijo. Es una maravilla.

Cuando se cumplieron los días de la purificación, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor.

Ya te lo he descrito. Ahora lo presenta niño; en el Gólgota lo presentará crucificado. En esos dos momentos, en que el cuerpo del Hijo es presentado al Padre, quiso Jesús estar acompañado por María. Y, con Él, la Virgen nos presenta a nosotros en cada misa. Nada sin ella.

(0202)

¿Aún no tenéis fe?

Se llama angustia. Es la sensación de no hacer pie, de que todo se mueve a tu alrededor y la tormenta te engulle, de que llamas al cielo y no hay respuesta, porque Dios duerme. Y sientes que te falta el aire, que te ahogas sin remedio en la muerte, en la nada…

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?

Si tuviéramos fe, no temeríamos nada, salvo al pecado, que nos aparta de Dios.

Si tuviéramos fe, sabríamos que incluso dormido, incluso muerto y encerrado en un sepulcro, Cristo gobierna el Cosmos y reina sobre la Historia.

Si tuviéramos fe, descubriríamos que, también cuando calla, especialmente cuando calla, Cristo está hablando. Él es el Verbo.

Si tuviéramos fe, sabríamos escuchar sus silencios y postrarnos ante su sepulcro, como la Virgen, porque es sábado, y el corazón de la madre está arrodillado ante la sepultura del Hijo.

Si tuviéramos fe, no despertaríamos al Amor. No despertéis, no desveléis al amor, hasta que le plazca (Ct 2, 7).

Es decir, hasta mañana. Mañana será domingo. Mañana será verdad lo que sucedió en el Lago: El viento cesó y vino una gran calma.

Si tuviéramos fe, también nosotros dormiríamos. Todo va bien.

(TOI03S)

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