En el templo está Jesús
Por dos veces se refiere san Lucas al modo en que la Virgen guardaba todo en el corazón. La primera es en Belén, tras la visita de los pastores. La segunda tiene lugar cuando, al cabo de tres días, José y ella encuentran al Niño perdido en el templo.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Precisamente por eso, porque aquella alma contemplativa guardaba en el silencio de su corazón, como palabras venidas de Dios, los acontecimientos de su vida, debió entender que, en adelante, si sentía la angustia por la ausencia de su Hijo, lo encontraría en el templo. Es decir, en su propio corazón inmaculado, que era el santuario más precioso de la divina gracia. Apréndelo también tú. Cuando te parezca que has perdido de vista a Jesús, busca en lo profundo de tu alma en gracia y lo encontrarás.
También por eso, María vivió el Sábado Santo recogida en su inmaculado corazón. Allí seguía, dormido, como dormido estaba en lo profundo de la tierra, su Hijo. Y, una vez más, lo recobraría despierto al tercer día. Entonces comprendió que aquellos tres días en que perdió a Jesús en Jerusalén eran anuncio de su muerte y resurrección.
(ICM)