El tú a tú

Las grandes gestas con que Dios cambia la Historia no son como rayos venidos del cielo con estruendo y rugido de truenos. Hay estruendo, desde luego, y si el trueno tiene que rugir, rugirá. Pero el comienzo de todo es siempre un tú a tú, un momento secreto de intimidad amorosa con el hombre. Moisés frente a la zarza. María frente a Gabriel.

Tú eres el Mesías… Tú eres Pedro…  He aquí un auténtico tú a tú de dos hombres que se miran a los ojos como si no hubiera nadie alrededor. En el caso de Pablo, el tú a tú fue más violento. Más que encuentro fue encontronazo. Pero es que con Pablo todo es violento. Pablo es un volcán.

En todo caso, es ahí, en ese tú a tú, donde se forja la santidad del hombre y el futuro de la Iglesia. La grandeza de sus columnas (y Pedro y Pablo lo son) no está en la fortaleza de la piedra ni en el esplendor del capitel, sino debajo de la tierra, en lo escondido, en la Roca sobre la que se asentaron.

Cuida mucho ese «tú a tú» con Jesús. Así podrá Él hacer obras grandes contigo.

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