Por mucho dinero que aportaran al tesoro del templo, el Señor se queja de la ofrenda de aquellos ricos: Han contribuido a los donativos con lo que les sobra (os confesaré que me hace gracia; muchos párrocos, que tenemos que sacar adelante económicamente nuestras parroquias, estaríamos encantados con lo que les sobra a muchos ricos, aunque la ofrenda sea de poco provecho para sus almas; lo que a ellos no les basta para alcanzar el cielo nos basta a nosotros para pagar la calefacción).
Cerrado el paréntesis, prosigamos: Hay algo mejor que dar a Dios de lo que sobra. Algunos dan a Dios lo mejor que tienen. Podría decirse que es la ofrenda de Abel, y esa ofrenda alcanza el cielo.
Pero Cristo ha inaugurado una ofrenda aún mejor. Él se ha entregado a Sí mismo. Más que dar a Dios lo que sobra, más que darle lo mejor que uno tiene, es dárselo todo. Quien ama no se conforma con dar; se da a sí mismo.
Ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir. Lo mejor de todo: Cuando te has entregado a Dios por completo, Él se encarga de la factura de la calefacción.
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