Con el mono subido a la chepa
– Padre, confieso que he discutido con un amigo y le he dicho palabras duras.
– Haces bien en confesarlo, pero ¿le has pedido perdón al amigo?
– No.
– ¿Por qué no lo haces?
– Es que, si le pido perdón, se me sube a la chepa.
– ¡Ni que fuera un mono!
Si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Quizá, si tomamos estas palabras en serio, deberíamos aplazar la próxima misa hasta que hagamos todos los deberes. O pensar que, en el Viernes Santo, la Iglesia va a presentar al Padre la ofrenda de su Señor crucificado, y tenemos hasta ese día para reconciliarnos con nuestros hermanos.
No. No es un mono. Y lo de hacer «como que no ha pasado nada» no sirve. Tampoco sirve pedir perdón por WhatsApp, eso es de cobardes. Acércate a él, pídele perdón en persona y, si se te sube a la chepa, llévalo sobre tus hombros como te lleva el Señor a ti. Y tampoco tú eres mono, sino oveja.
(TC01V)