La Resurrección del Señor

Tiempo Ordinario (ciclo impar) – Página 4 – Espiritualidad digital

Sobre la rectitud de intención

Me dice un feligrés: «Padre, me preocupa mi intención. Rezo y vengo a misa, pero no sé si lo hago por amor a Dios o por lo bien que me siento cuando estoy rezando». Le he respondido que no se preocupe demasiado. No se sentiría tan bien si no amara a Dios. Además, muchas veces Dios se sirve de nuestros deseos de satisfacción para movernos a hacer su voluntad.

Cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: «Amigo, sube más arriba». Entonces quedarás muy bien. El motivo que Jesús les propone para obrar con humildad no es, precisamente, muy sobrenatural. Se sirve de los deseos que aquellos hombres tenían de quedar bien para invitarles a ser humildes. Ya irán purificando la intención más adelante.

Es cierto: incluso para esta vida compensa obrar santamente. Se vive mejor rezando que sin rezar. Cae mejor el humilde que el soberbio. Consigue más el manso con cariño que el colérico con ira.

Aunque esa ventaja «temporal» tiene fecha de caducidad. El camino siempre termina en la Cruz. Por eso debemos ir purificando la intención, hasta que nuestros deseos estén en el cielo.

(TOI30S)

El asno de Dios

Cuando Jesús curó en sábado al enfermo de hidropesía, los fariseos se escandalizaron. ¡Cómo se atreve! Y Jesús, entonces, los tocó donde más les dolía. La ley de Moisés prohíbe trabajar en sábado, pero… ¿A quién de vosotros se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca enseguida en día de sábado?

Y eso que no podían decir: «Bueno, yo saco del pozo al asno y ya me confesaré», porque tampoco había confesonarios. Lo sacaban, y punto. No iban a perder el asno por un escrúpulo moral.

Claro que eso lo hacían si era su asno el accidentado. Si se trataba del asno del vecino, la moralidad no admite componendas: «Lo siento, me gustaría ayudarte a sacar el asno, pero no me lo permite mi religión; es sábado».

Me gusta pensar que soy el asno de Dios. Y que Cristo se ha saltado el sábado para bajar al pozo en que me sumieron mis pecados y sacarme de allí. Voy a dejarme sacar, me dejaré querer por Él en mi miseria, y Él me alzará en la Cruz y me redimirá.

Y ojalá, en adelante, acabe yo también considerando a cada hombre como algo mío.

(TOI30V)

Hazte pequeño

Cuando a Francisco de Asís le dijo Jesús: «Francisco, repara mi iglesia, que se desmorona», él pensó que se refería a aquel templo derruido de san Damián. Lo reparó, y después el de Nuestra Señora de Los Ángeles. Pero Jesús le hizo ver que no se refería a un templo, sino a la Iglesia de piedras vivas, herida por los pecados de los hombres. Francisco se desmoronó. ¿Cómo él, un pobre hombre, podría restaurar la dignidad de la Iglesia universal?

Acudió Francisco al papa Inocencio III, también conocido como el «Imperator Universi», uno de los papas con más poder en toda la Historia. Y el Papa no lo tomó en serio. Pero su sucesor, Honorio III, soñó con un hombrecillo que sostenía la Basílica de Letrán para que no se desmoronase. Y llamó de nuevo a Francisco, y le dio su bendición para que viviera según la pobreza evangélica.

Y la Iglesia cambió y se regeneró, iniciando el ascenso que la llevaría a las cumbres de Trento. Porque un solo hombre santo puede más que todos los poderosos de este mundo.

Es semejante a un grano de mostaza… ¿Quieres cambiar el mundo? Con la gracia de Dios, puedes. Hazte pequeño.

(TOI30M)

Cuando sólo ves tierra

Aquella mujer que languidecía en la sinagoga, encorvada, sin poderse enderezar de ningún modo, sólo veía el suelo. Sus ojos barrían el polvo de los caminos, los desechos que la gente arrojaba, los excrementos de los animales y el barro que se formaba los días de lluvia.

Pero no siempre había sido así. Cuando era niña, conoció la luz del sol, las formas juguetonas de las nubes, las cimas desafiantes de los montes y las preciosas copas de los árboles. El recuerdo de aquello era la única lámpara que iluminaba su alma. Por eso, cuando Jesús le impuso las manos y la sanó, inmediatamente se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Y así la tristeza se convirtió en gozo.

Pienso en tantos que viven sin fe, encorvados, con la mirada en tierra. Sólo viven para este mundo y para los falsos consuelos de la carne, no hay Dios ni cielo para ellos. Pero, a diferencia de esta mujer, no añoran la eternidad, porque nunca la conocieron. Y pienso que su única salvación es que aparezca, junto a ellos, alguien que vive de pie, y la alegría y el cariño de ese alguien, al sorprenderlos, los invite a alzar la vista.

(TOI30L)

Hasta que el cajón revienta

Hoy me dirigiré especialmente a los casados, aunque lo que escribiré sirve también para los demás. En ocasiones venís a confesaros de haber discutido con vuestro cónyuge y haber pronunciado palabras hirientes. Entonces el sacerdote os pregunta: «¿Le has pedido perdón a tu marido, o a tu mujer?». Y, muchas veces, la respuesta es «no», o «no hace falta, ya se nos ha pasado». Hmmm…

Mientras vas con tu adversario al magistrado, haz lo posible en el camino por llegar a un acuerdo con él. Muchas veces, el cónyuge es también adversario, y surge el enfrentamiento. Tras la discusión, estáis un tiempo (largo o corto) sin hablaros. Y, después, hacéis «como que no ha pasado nada», y pensáis que os habéis reconciliado. Pero no siempre es verdad, no os engañéis. Simplemente, habéis guardado el episodio en el fondo de un cajón, y un día lo encontraréis allí. Hacer «como que no ha pasado nada» cuando ha pasado es vivir una mentira.

Sé que cuesta. Pero, igual que vienes a pedir perdón a Dios, acércate humildemente a tu cónyuge y dile: «Perdóname, lo siento, no debí hablarte así». Así se curan las heridas. Llenando de agravios los cajones sólo se amontonan.

(TOI29V)

Iglesias y balnearios

Son muchos quienes se acercan al templo buscando paz. Nadie puede culparles por ello y, a buen seguro, el Señor los recibe con enorme cariño.

El problema viene cuando la paz se convierte en ídolo, y el templo se convierte en un balneario. Quieren paz, pero eso es todo lo que quieren y, si no lo encuentran, se disgustan y se irritan. Señora, controle a su niño, que hace ruido en misa y me quita la paz. Será posible, ya está otra vez el sacerdote hablando del pecado y poniéndome en evidencia, me quita la paz. Uy, allí no me pongo, no quiero dar la paz a ésa, que le sudan las manos…

Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. ¿Qué haces si, al entrar en el templo, el Señor te dice que no quiere darte paz, sino angustia? Angustia por los pecados, por el honor mancillado de Dios, por la tibieza de los creyentes y la frialdad de los ateos… ¿Serás capaz de compartir la angustia de Getsemaní, o pensarás que al Señor también le sudan las manos?

(TOI29J)

¿Quién es Dios para ti?

Cuando el criado de la parábola dice: «Mi señor tarda en llegar», y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, deja claro qué es lo que lleva dentro. Si se porta bien, es sólo para que el amo lo vea. Pero si el amo no está, ni se le espera, ¿para qué obrar bien?

Comentan: «Dios no lo ve, el Dios de Jacob no se entera» (Sal 94, 7). Imagina que Dios te dijese: «Hoy no voy a estar, haz lo que quieras, no voy a enterarme, no te tendré en cuenta nada. Ni te premiaré por lo bueno que hagas, ni te castigaré por los pecados que cometas». Sé que es un disparate, pero imagínalo y sé franco contigo mismo: ¿Qué harías?

No responderé por ti a esa pregunta. Pero te diré que, para el «cumplidor», el Dios que no está es el Dios que no vigila. ¡Qué alegría, si, por un día, le da vacaciones y le permite obrar según su voluntad!

Para el santo, sin embargo, el Dios que no está es el Dios añorado. Si Dios le dice a un santo: «Mañana no estaré», el santo muere de pena.

(TOI29X)

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad