Conocer al Padre es decir «Abbá»

No es difícil entender a Felipe. Tres años ha pasado Jesús hablando de su Padre y, ahora que se está despidiendo de los suyos, se comprende bien la petición del apóstol:

Señor, muéstranos al Padre y nos basta.

«No has parado de hablar de Él, ¿y te irás sin mostrarnos su rostro?». Quizá cualquiera de nosotros hubiéramos pedido lo mismo. Sin embargo… ¿qué esperaba Felipe, que Jesús chascase los dedos y, de repente, apareciera entre ellos un anciano barbiblanco?

Es que no es eso. Conocer al Padre es decir «Abbá», y decirlo desde Cristo, como gime un niño, para descansar en Él.

Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad (Jn 4, 24). A la Primera Persona la adoramos en la Tercera (el Espíritu) y por Segunda (puesto que Cristo es la Verdad).

Te lo explicaré de otra manera: El Espíritu, por la gracia infundida en tu alma a través del Bautismo y la Penitencia, te hace uno con Cristo, que es la Verdad. Y es ese Espíritu quien clama dentro de ti: «¡Abbá! ¡Padre!»

¿Quieres conocer al Padre? Déjate invadir por Cristo, déjate consagrar por su Espíritu, y reza en gracia el Padrenuestro.

(TP04S)