La Resurrección del Señor

20 abril, 2024 – Espiritualidad digital

¿De quién me fío?

pastorResuena hoy en todos los templos el evangelio del buen Pastor, y resuenan en los televisores noticias sobre los políticos. Muy bien. Así, quien aún no haya sido abducido por el pensamiento único quizás pueda pasar, del televisor, al templo.

Ves la televisión y te preguntas: «¿de quién me fío?» Y respondes que de nadie, que acabarás votando al que estimes menos peligroso. ¿Algún político ha dado su vida por ti?

Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Me fío de Cristo. Él no se ha conformado con enseñarme el camino; camina conmigo y hasta se me entrega en alimento para que no desfallezca. Es pastor y pasto. Sé que le importo, sé que me ama, porque ha muerto por mí. ¿Cómo no fiarme de Él?

Me fío de la Iglesia. Y cuando veo a un sacerdote en un confesonario pienso que ha perdido mucho por estar allí, y que nada recibe en la tierra a cambio de recoger mis pecados y, tantas veces, mis lágrimas. A través de él, Cristo sigue siendo mi buen Pastor. Por eso me inspira más confianza un sacerdote en un confesonario que un político en una tribuna.

(TPB04)

La carne que redime nuestra carne

Las palabras de Jesús piden a gritos una explicación. Si, poco antes, aseguró que quien no comiera su carne no tendría vida, ¿por qué dice ahora que la carne no sirve para nada?

El Espíritu es quien da vida. Si la carne de Cristo da vida eterna al hombre es porque esa carne está traspasada de Espíritu. Nuestra pobre carne, herida por el pecado, no sirve para nada, porque sirve a la muerte, y la muerte es nada. ¿Acaso la comida, la bebida, el sexo, o dormir ocho horas diarias podrán burlar a la muerte? No pueden. En ocasiones, incluso te precipitan en ella. Todos esos falsos consuelos no son sino un narcótico que te hace olvidar la muerte y te sume en la mentira. La sentencia de Cristo sobre el poder de la carne es de una verdad inapelable. San Pablo la desarrollará con tintes dramáticos a partir de su propia lucha personal.

Y, sin embargo, la carne de Cristo redime la nuestra. Cuando un cristiano en gracia come, Cristo come. Cuando duerme, Cristo duerme. Cuando muere, Cristo muere. Y la resurrección de Cristo supone la esperanza cierta de que el cuerpo de quien ha muerto con Él resucitará.

(TP03S)

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad