Una puerta se cierra

El final de la parábola de las diez vírgenes no se hará esperar hasta la segunda venida del Señor o hasta el momento de la muerte, aunque entonces se cumplirá en plenitud. Pero ese final debe cumplirse cada día y cada noche, porque el banquete ya ha comenzado, y cada uno de nosotros estamos invitados a entrar.

Llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.

Una puerta que se cierra, unos invitados que entran y otros que quedan fuera, sin comunicación entre ellos.

Llega la noche, es la hora. Y, antes de acostarte, enciendes tu lámpara y rezas tus últimas oraciones. La puerta se cierra, los problemas del día quedan fuera y tú quedas dentro, a solas con el Señor y su madre. En esa intimidad, desgranas las avemarías del rosario y duermes en brazos de la Virgen. Tu sueño es una fiesta.

¡Llega el esposo! Cuando comulgas, la puerta del mundo se cierra, y quedas dentro del alma, a solas con Jesús degustando el banquete de bodas del Cordero. El mundo con sus afanes queda fuera, estáis solos en la bodega… Disfruta de la fiesta. ¡Qué delicia!

(TOI21V)