Una alegría que viene de dentro

Dos mujeres que se encuentran. Dos mujeres que se saludan. Dos mujeres que se alegran. Y, sin embargo, ninguna de ellas es el centro de la escena. El verdadero centro de la escena está oculto en el vientre de una de ellas. Todo confluye en torno al Tesoro escondido en esas purísimas entrañas.

Desde el seno materno, Cristo guía a la Virgen a casa de Isabel. Y ella es saludada como la madre de mi Señor. Al presentir a tal Señor, salta Juan en el vientre de Isabel. Y así, toda la alegría que envuelve la escena de la Visitación mana del Dios escondido, verdadero centro de la escena.

Dejándose guiar por Él, María llevó la Navidad a casa de su prima. Y si te recoges, si escuchas al Señor que habita en tu alma en gracia y te dejas conducir por Él, también, como la Virgen, llevarás la alegría de la Navidad que se acerca a quienes te rodean.

Dicen que María visitó a Isabel para ayudarla en su embarazo. Es una observación de moralistas. Yo creo que la visitó porque necesitaba compartir su alegría. Ojalá estés tú tan alegre que necesites transmitir el gozo del Dios que viene.

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