Reza el salmo: Demasiado llevo viviendo con los que odian la paz. Cuando yo digo: «Paz», ellos dicen: «Guerra» (Sal 120, 6-7). Y llora Cristo: ¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.
Llora porque viene a traer la paz, y los hombres no la quieren. No llora sobre paganos, sino sobre Jerusalén, la ciudad de Dios. Y llora también sobre nosotros, si no hemos querido conocer lo que conduce a la paz.
¿Qué es lo que conduce a la paz? Precisamente aquello que nos quita la paz. Lo que nos quita la paz que ofrece el mundo nos conduce a la paz que Cristo da.
¿Quieres algunos ejemplos? Piensa en todo aquello que dices que te quita la paz: soportar a quien te trata mal, perdonar a quien te ofende, dejarte interrumpir por la persona inoportuna, permitir que te cambien los planes, renunciar a tu forma de hacer las cosas para contentar al prójimo, amar a quien te odia… Es decir, la Cruz.
El mundo te dirá que la Cruz te quita la paz. Cristo te anuncia que la paz, la verdadera paz, está en la Cruz.
(TOI33J)