Que no te engañen
El Enemigo tienta a muchos cristianos diciéndoles que, si no siguieran a Jesucristo tan de cerca, sufrirían menos. «¿Por qué te complicas tanto con la misa diaria, la catequesis, la adoración, el rosario…? Ve a misa los domingos, confiesa de cuando en cuando, reza una oración antes de acostarte y no te compliques. Vivirías mejor». Les susurra que, sin Cristo, se sufre menos. Pero lo cierto es que, sin Cristo, se sufre más. O quizá se sufra lo mismo, todos sufrimos, pero sufrir sin Cristo es insoportable, mientras sufrir con Cristo es dulce.
Apréndelo bien: Dios no quiere que sufras, aunque tampoco te ahorrará los padecimientos de la vida. Él ha venido a sufrir contigo, para convertir el dolor en Amor.
Se transfiguró delante de ellos… ¡Maestro, qué bueno es que estemos aquí! Los sufrimientos de la vida se afrontan mucho mejor cuando se tienen momentos de cielo. La oración, la Misa, el rosario son momentos de cielo, tabores con los que el Señor hace dulces los padecimientos de la vida hasta que, cruzada la puerta santa de la Cruz, lleguemos al lugar donde todo es gozo. ¿De verdad quieres tener a Cristo «un poco más lejos»? ¡No seas bobo!
(TCB02)