Que no es hotel, sino camino
Si esta vida fuera un hotel, yo me quejaría del servicio. Las instalaciones son incómodas, la habitación tiene goteras, la cama es dura, los vecinos alborotan y ni siquiera el wifi funciona bien. Incluso quienes viven en la suite se quejan de que la comida nunca está a su gusto. Si esta vida fuera un hotel, no le daría más de dos estrellas.
Pero esta vida no es un hotel.
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Desde el momento en que Jesús, tras resucitar de entre los muertos, ascendió al cielo y se dejó la puerta abierta, esta vida se ha convertido en un camino hacia la eternidad. El propio Jesús, presente por su Espíritu, camina a nuestro lado. Y, conforme ascendemos, vamos gritando a los hombres para que se unan a nuestra marcha.
Ahora entenderás las estrecheces. El camino es arduo y nuestras fuerzas pocas. Pero es Jesús quien nos guía, nos alimenta y nos conforta. Si desfallecemos, nos lleva en brazos.
Deja de quejarte del servicio, y ven. Que esta vida no es hotel, sino camino a Casa. Y nuestra casa es el cielo. Diez estrellas.
(ASCB)