Nobleza, generosidad, perseverancia

Entre quienes leéis estas líneas no hay edificios, ni campos de fútbol ni supermercados. Puesto que estáis leyendo la palabra de Dios y procurando asimilarla con estos comentarios, puede decirse que todos vosotros sois tierra donde el sembrador lanza la semilla. Y seguramente, tras leer la parábola de hoy, todos, igual que yo, quisierais ser tierra buena donde la semilla dé fruto abundante.

Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia.

Aquí os deja el Señor las tres cualidades de esa tierra buena, a fin de que nos esforcemos por alcanzarlas y la palabra sembrada en nosotros produzca frutos de santidad:

Un corazón noble. Nobleza para no manipular la palabra, para dejarnos herir por ella si es preciso, para no hacerle decir al Señor lo que queremos oír, sino lo que Él quiere transmitirnos, aunque duela.

Y generoso. Generosidad para dejarnos expoliar por la palabra, para permitir que ella se adueñe de cuanto somos y tenemos, hasta que nuestras vidas estén a su servicio.

Dan fruto con perseverancia. Perseverancia para escuchar un día, y otro día, y otro día, sin abandonar jamás la oración.

(TOI24S)