No hay salvación fuera de Cristo

Qué frecuente, y qué peligrosa es esa convicción que lleva a muchos a pensar que, como Dios es bueno, al final todas las almas se salvarán. Y, por tanto, si pido por mi hijo, pediré que encuentre un buen trabajo y una buena novia. Lo de que no quiera ir a Misa ni confesarse no creo que sea problema. Con lo bueno que es Dios, no acabará en el infierno.

Del infierno, precisamente, viene esa falsa tranquilidad. Es un narcótico con que el Maligno adormece las conciencias, para que no participen de la angustia de Cristo por la salvación del hombre. Porque lo cierto es que las cosas no son así:

Yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura.

Estas palabras del Señor no son una sentencia firme de condena para Judas. Al traidor aún le quedaban horas de vida y, mientras queda vida, la mano misericordiosa de Cristo sigue tendida hacia el hombre. Pero quien no la tome, quien no abrace a Cristo como Salvador, no podrá salvarse, porque no hay salvación para el hombre fuera de Cristo.

(TP07X)