Lugares de silencio

temploLos templos, cuando no se están celebrando actos de culto, deberían ser los lugares más silenciosos de la tierra. Lo necesitamos más que nunca, porque el mundo está lleno de ruido. Cuando una persona cruzara las puertas de la iglesia, el silencio debería cortarse. Así se daría cuenta de que ha entrado en un lugar de oración, como si fuera la antesala del cielo. Pero si entras en un templo y encuentras a los feligreses saludándose unos a otros, besándose y charlando entre ellos como si no tuvieran nada mejor que hacer, te dan ganas de salir para asegurarte de que no has entrado en Mercadona.

Escrito está: «Mi casa será casa de oración»; pero vosotros la habéis hecho una «cueva de bandidos». Hombre, tampoco hay que exagerar. Nuestros feligreses no son bandidos, ni mercadean en el templo, como aquellos hombres. Pero, en ocasiones, si no una cueva de bandidos, nuestras iglesias parecen una jaula de cotorras.

Hasta que no amemos el silencio, no escucharemos a Dios. Porque Dios habla con silencios, y sólo los amantes del silencio lo escuchan. Cuando un templo está poblado por feligreses silenciosos, se cumple el evangelio: Todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.

(TOI33V)