Los que dejan bien a Dios

Prosigamos donde lo dejamos ayer. ¿Por qué sufrir con cariño y paciencia a quienes os odien por ser cristianos?

Entre otros motivos, por compasión. Quienes no conocen ni aman a Cristo tienen que vivir sin Él, y no es fácil vivir sin Cristo.

El mundo no se fía de Cristo ni de la Iglesia. En Cristo, sencillamente, no cree; y la Iglesia no le parece fiable. ¿Cómo va el mundo a fiarse de la Iglesia cuando le están gritando, en tantos medios de comunicación, que la Iglesia es un nido de corruptos y pervertidos anclados en tiempos ancestrales y enemigos del «progreso»?

De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Sin embargo, a la hora de la verdad, puede más el testimonio de un santo que todas las campañas mediáticas del Maligno. En el santo se comprueba que el cristianismo, cuando lo abrazas, te hace feliz y te levanta sobre todo. Pueden más diez minutos junto a un santo que diez horas de televisión.

Pocos ateos se han convertido leyendo. Pero muchos se convirtieron al conocer y tratar de cerca a un santo.

(TP02J)

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