La entrega del tiempo

Hablamos de entregar la vida a Cristo, y muchos pensáis en el ideal del martirio. Pero los mártires entregaron la vida entregando la muerte. ¿Acaso es la única forma de entregar la vida? ¿No se puede, también, entregar la vida entregando la vida?

¡Pues claro! Y ahora me preguntaréis: ¿Y cómo se entrega la vida a Dios?

Sencillo: La vida se compone de tiempo. A todos se nos ha dado un tiempo, y ese tiempo está contado, contado por Dios. Entreguémosle a Dios todo nuestro tiempo, todos nuestros minutos, empleándolos en hacer su voluntad, y le habremos entregado la vida.

¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?

¿Lo ves? Dios no soporta ver al hombre ocioso. Un minuto perdido debería ser un pecado venial, quizá lo sea, tú acúsate de ello por si acaso.

Toma posesión de tu tiempo para que lo puedas entregar. Sé ordenado. Ten un horario: Una hora de acostarte, una hora de levantarte, un tiempo para rezar, un tiempo para trabajar, un tiempo para la familia, un tiempo para el descanso… Ajústate a ese horario y, si Dios te lo rompe, bendícele y adáptate sin rechistar. Así, minuto a minuto, entregarás la vida.

(TOA25)