Eres más hijo de Dios que de tu madre

Los hombres que estaban con Jesús le avisaron: Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.

Al llamar «madre» a María y «hermanos» a los parientes del Señor, aquellos hombres, como es lógico, se referían a vínculos carnales. Y decían verdad, porque de las entrañas purísimas de la Virgen salió el cuerpo de Cristo, el mismo cuerpo «natum de Maria Virgine» que comulgamos en la Eucaristía. Y, cuando lo comulgamos, también nuestra carne queda unida a la suya, aunque sólo durante el breve tiempo que tardan en diluirse las sagradas especies. Los vínculos carnales no son eternos.

Existen vínculos mucho más fuertes, y son los nacidos del Espíritu. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre. Merced a esos vínculos espirituales, la propia vida de Cristo y su sacrificio de obediencia se prolongan en la vida del cristiano, quien queda convertido en hermano, hermana y madre del Salvador. Esos mismos vínculos nos unen, con más fuerza que los carnales, a quienes comparten nuestra fe en la caridad.

Eres más hijo de Dios que de tu propia madre. Vive, entonces, como hijo de Dios, como Cristo.

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“Evangelio