El «síndrome de la línea de meta»
Me comentan unos novios que tienen miedo de casarse. Varias parejas de amigos suyos, tras largos años de noviazgo sin aparentes problemas, se divorciaron a los pocos años de casarse. Temen que el matrimonio ejerza un efecto «maléfico» en la relación.
Se llama «síndrome de la línea de meta». Y consiste en llegar al matrimonio como quien alcanza el final de un largo camino. «¡Por fin! ¡Ya nos hemos casado! ¡Está hecho! Venga, a otra cosa». Y ese «venga, a otra cosa», es letal. Miras tu matrimonio como un trofeo conseguido, y olvidas que lo puedes perder si no lo cuidas.
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. El pecado de separar lo unido por Dios no sólo se comete por acción (infidelidad, malos tratos, etc.). También se comete por omisión. Porque si los casados no os dedicáis tiempo, no dialogáis, no salís juntos, no os declaráis vuestro amor, no os entregáis… Llega un día en que sois perfectos desconocidos.
Recordadlo: el matrimonio no es una línea de meta, es el comienzo de una unión sagrada. Y esa unión la debéis cuidar cada día. La línea de meta está en el cielo, no en la tierra.
(TOP07V)