El mito del «cristiano comprometido»

Reproduzco un comentario que escuché a un buen amigo hace unos días: Resulta preocupante que llamemos «cristiano comprometido» a quien hace la segunda lectura en misa, imparte catequesis, o forma parte del voluntariado de Cáritas, pero no entreguemos esa «credencial», por ejemplo, al abogado que procura santificarse en su trabajo y hablar de Dios a sus compañeros, aunque no colabore en las tareas parroquiales. Parece que pensáramos que la plenitud del cristianismo se logra dentro de los muros del lugar sagrado. Y eso a mí, como a mi amigo, me preocupa muchísimo.

Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo. Me da miedo que nuestros templos pudieran convertirse en la tierra donde sepultamos nuestro talento. Eso nos convertiría en los enterradores del cristianismo.

Colaborad, si os lo piden y podéis, con vuestra parroquia. Pero recordad que no es en el templo donde debéis santificaros. Al templo vais a reponer fuerzas y a uniros con Cristo y los hermanos. Pero donde tenéis que santificaros es en la calle. Allí, entre quienes no creen, es donde debéis hacer producir vuestros talentos.

(TOI21S)