La Resurrección del Señor

abril 2024 – Página 2 – Espiritualidad digital

En la vida y en la muerte, somos del Señor

¿Sabes lo que es el éxtasis? No pienses en fenómenos extraordinarios que, aunque los haya de cuando en cuando, no te darán la definición. Literalmente, «éxtasis» significa salir de uno mismo. Cuando el ser amado te roba el corazón, entonces te saca de ti mismo, te expropia dulcemente y pasas a ser suyo; le perteneces. Eso es éxtasis. San Lucas dice que, en Antioquía, por vez primera llamaron a los discípulos «cristianos». Cristiano es quien pertenece a Cristo. Hace falta un éxtasis para eso.

Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Somos las ovejas del buen Pastor; le pertenecemos, nos ha robado el corazón y nos ha comprado con su sangre. Por eso, no somos dueños de nuestras vidas, sino que caminamos junto a Él y hacemos sus obras. Si tan sólo lo siguiéramos, podríamos perdernos. Pero, si somos suyos, entonces estamos protegidos por Él, y ni todos los demonios juntos podrán apartarnos de su lado.

Recuérdalo, para que tengas paz: Si tú no quieres apartarte de Jesús, nada te apartará de Él. Ni tus miserias.

(TP04M)

El que me saca fuera

No te das cuenta de que estás encerrado hasta que alguien abre la puerta y ves el campo, el sol y las montañas. Como en «Centauros del desierto», cuando John Ford abre la puerta de la casa, y frente a la luz del exterior descubres las tinieblas de la habitación. Es hora de salir.

Él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. A espacios abiertos. Eso hizo Moisés cuando sacó a su pueblo fuera de Egipto. Y también lo hizo el propio Jesús, al sacar a Lázaro fuera del sepulcro.

Eso hace conmigo el buen Pastor. Me llama cuando estoy encerrado en mi pecado, preso de mí mismo y de mis cosas, recluido en mis problemas, mis dolores, mis urgencias. Me dice, como a Lázaro: «Sal fuera, deja esas bobadas y ven conmigo, que ya es primavera y el cielo es enorme y claro».

No te confundas. «Fuera» es «dentro». «Sal fuera» no significa «sal a la calle a hacer footing». Significa «recógete dentro de ti, en lo profundo del alma, y allí descubrirás una puerta que te saca al cielo. Sal por ella y disfruta conmigo de las verdes praderas del reino de Dios».

(TP04L)

¿De quién me fío?

pastorResuena hoy en todos los templos el evangelio del buen Pastor, y resuenan en los televisores noticias sobre los políticos. Muy bien. Así, quien aún no haya sido abducido por el pensamiento único quizás pueda pasar, del televisor, al templo.

Ves la televisión y te preguntas: «¿de quién me fío?» Y respondes que de nadie, que acabarás votando al que estimes menos peligroso. ¿Algún político ha dado su vida por ti?

Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Me fío de Cristo. Él no se ha conformado con enseñarme el camino; camina conmigo y hasta se me entrega en alimento para que no desfallezca. Es pastor y pasto. Sé que le importo, sé que me ama, porque ha muerto por mí. ¿Cómo no fiarme de Él?

Me fío de la Iglesia. Y cuando veo a un sacerdote en un confesonario pienso que ha perdido mucho por estar allí, y que nada recibe en la tierra a cambio de recoger mis pecados y, tantas veces, mis lágrimas. A través de él, Cristo sigue siendo mi buen Pastor. Por eso me inspira más confianza un sacerdote en un confesonario que un político en una tribuna.

(TPB04)

La carne que redime nuestra carne

Las palabras de Jesús piden a gritos una explicación. Si, poco antes, aseguró que quien no comiera su carne no tendría vida, ¿por qué dice ahora que la carne no sirve para nada?

El Espíritu es quien da vida. Si la carne de Cristo da vida eterna al hombre es porque esa carne está traspasada de Espíritu. Nuestra pobre carne, herida por el pecado, no sirve para nada, porque sirve a la muerte, y la muerte es nada. ¿Acaso la comida, la bebida, el sexo, o dormir ocho horas diarias podrán burlar a la muerte? No pueden. En ocasiones, incluso te precipitan en ella. Todos esos falsos consuelos no son sino un narcótico que te hace olvidar la muerte y te sume en la mentira. La sentencia de Cristo sobre el poder de la carne es de una verdad inapelable. San Pablo la desarrollará con tintes dramáticos a partir de su propia lucha personal.

Y, sin embargo, la carne de Cristo redime la nuestra. Cuando un cristiano en gracia come, Cristo come. Cuando duerme, Cristo duerme. Cuando muere, Cristo muere. Y la resurrección de Cristo supone la esperanza cierta de que el cuerpo de quien ha muerto con Él resucitará.

(TP03S)

Las dos promesas de la Eucaristía

pan de vidaCada vez que comulgues, sé consciente de que heredas dos promesas. Y, si crees en ambas al comulgar, las dos se cumplirán. No lo dudes.

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna. Esa promesa va referida al alma, y se cumple, cuando se comulga con fe, en el mismo momento de la comunión. Con tanta intimidad se une el alma a Cristo en la comunión, que es llevada al cielo y asentada allí, en el mismo trono del Hijo de Dios a la derecha del Padre. Y te aconsejo que, después de comulgar, no te retires de ese trono. Quédate allí sentado mientras trabajas, comes, bebes, ríes, lloras, conduces, compras o descansas. No permitas que las urgencias de la vida retiren tu alma de ese trono. Así vivirás vida eterna, tendrás paz y darás paz.

Y yo lo resucitaré en el último día. Esta promesa es para el cuerpo, y terminará de cumplirse cuando Cristo vuelva sobre las nubes. Pero ya, desde la comunión, queda tu cuerpo tan asociado al del Señor que tu muerte es participación en su Cruz y tu sepulcro será el de José de Arimatea. Ese cuerpo que ha comulgado resucitará.

(TP03V)

No hay por qué entenderlo todo

Mucha gente se me acerca porque no entiende tal o cual frase del Evangelio y quiere que se la explique. Hago lo que puedo en esos casos, pero… ¿creéis, de verdad, que es necesario entender todo el Evangelio para aprender del él? Mirad: hay muchos que, supuestamente, lo entienden todo y nunca aprenden nada. Como ya lo entienden, en el Evangelio no descubren novedad alguna. Y hay otros que no entienden casi nada, pero aprenden mucho, porque no salen de su asombro.

Todo el que escucha al Padre, y aprende, viene a mí. Al final de este discurso, Simón confesará que Jesús tiene palabras de vida eterna. ¿Creéis que las entendió? Ni por asomo. Pero, al escuchar, supo que esas palabras venían de Dios, que podía fiarse de ellas. Y aprendió.

Te pondré otro ejemplo, más propio de la semana que viene: ¿Entiende la oveja las palabras del pastor? No las entiende, pero escucha, reconoce la voz del Pastor y, al seguirlo, aprende el camino.

No digo que no quieras entender. Tan sólo afirmo que, aunque no entiendas, si guardas en tu corazón las palabras de Jesús aprenderás. Y, quizá más adelante, el Espíritu ilumine en tu alma lo guardado.

(TP03J)

Quien come descansa

Quien tiene hambre busca el alimento, quien tiene sed busca la bebida, y no descansa hasta que encuentra lo que busca. Jajaja, perdonad los más jóvenes, pero me he acordado del «Carpanta» de mi niñez, y de todas las tretas que ideaba para conseguir –al final– un pollo asado. Pero, cuando conseguía el pollo, la historieta se acababa y descansaba el «héroe», porque ya podía, al fin, saciar su hambre. Y es que, al contrario de lo que le sucede al hambriento, el satisfecho se siente inclinado al descanso. Nada como una buena siesta tras una buena comida.

El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás. Así vemos a san Juan, durante la Última Cena, reclinando la cabeza en el pecho del Maestro; descansaba en Cristo. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y encontraréis descanso para vuestras almas (Mt 11, 28.29). Y cuando, ya resucitado, Jesús se aparece en el Lago a los suyos, los hace descansar comiendo con Él.

Jesús es tu Pan. Es tu orilla. Es tu descanso. Cuando comulgues, no digas nada; sólo cierra los ojos y reposa en Él. Estás en casa.

(TP03X)

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