La Resurrección del Señor

octubre 2023 – Página 2 – Espiritualidad digital

¿Quién es Dios para ti?

Cuando el criado de la parábola dice: «Mi señor tarda en llegar», y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, deja claro qué es lo que lleva dentro. Si se porta bien, es sólo para que el amo lo vea. Pero si el amo no está, ni se le espera, ¿para qué obrar bien?

Comentan: «Dios no lo ve, el Dios de Jacob no se entera» (Sal 94, 7). Imagina que Dios te dijese: «Hoy no voy a estar, haz lo que quieras, no voy a enterarme, no te tendré en cuenta nada. Ni te premiaré por lo bueno que hagas, ni te castigaré por los pecados que cometas». Sé que es un disparate, pero imagínalo y sé franco contigo mismo: ¿Qué harías?

No responderé por ti a esa pregunta. Pero te diré que, para el «cumplidor», el Dios que no está es el Dios que no vigila. ¡Qué alegría, si, por un día, le da vacaciones y le permite obrar según su voluntad!

Para el santo, sin embargo, el Dios que no está es el Dios añorado. Si Dios le dice a un santo: «Mañana no estaré», el santo muere de pena.

(TOI29X)

Sabemos que llegará

Una de las mejores novelas que he leído en los últimos años es «El bar de las grandes esperanzas», de J. R. Moehringer. En las primeras páginas, un niño, hijo de padres divorciados, espera a la entrada de casa la llegada de su padre, quien le prometió llevarlo a un partido de beisbol. El padre no llegará, pero el niño no deja de esperar. Si el próximo coche que pasa es rojo, será el de mi padre. No, mejor si el siguiente es negro. No, mejor si no miro; cuando no mire, llegará el coche de mi padre. Pasa así horas y horas, aunque la madre lo invita a entrar en casa y le advierte de que su padre no va a venir…

Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda. Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos. Ese niño somos nosotros. El Señor nos ha prometido que volverá. Y miramos al cielo cada día esperando su regreso. Pero, en nuestro caso, nuestra madre, la Iglesia, nos invita a seguir esperando y nos promete que Cristo cumplirá su promesa. Por eso no desfallecemos.

(TOI29M)

El pobre rico

Qué ridículo es el hombre cuando se empeña en hacerse rico a sí mismo, y tan empeñado anda en acumular riquezas que no se deja enriquecer por Dios con los tesoros verdaderos.

Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos… Cálculos que consisten en sumar piedras del río, cuando en casa todo el oro de tu padre te pertenece. ¿Imaginas a un hombre que fuera rebuscando comida en los cubos de basura, cuando en la casa paterna tuviera alimento abundante y valioso? Pero tan afanado anda en buscar inmundicia, que no va al hogar para dejarse alimentar. ¿Qué le dirías? ¡Necio! Así llama Dios al «pobre rico» de la parábola.

Va, en primer lugar, por nosotros. Asistimos a Misa y comulgamos. Confesamos nuestras culpas y recibimos en nuestras almas toda la sangre de Cristo que nos limpia. Somos los niños mimados de Dios, Él nos regala riquezas celestiales. No vayamos después mendigando consuelos de las criaturas. No queramos comer lo que encontramos en el suelo, cuando se nos ofrecen delicias celestes.

Y recordemos a muchos que no lo saben que tienen una casa, un Padre, y un alimento sublime esperando en la mesa.

(TOI29L)

La misión de la Iglesia

Conocéis bien cuál era la situación política de Israel en tiempos de Cristo. La Tierra Prometida estaba ocupada por Roma, y los judíos tenían la obligación legal de financiar con sus impuesto, al Imperio.

Los fariseos quisieron que Jesús tomara partido públicamente en aquel conflicto político. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? Con esto pretendían, o bien enemistar a Cristo con Roma, o bien enemistarlo con los judíos rebeldes a Roma. Pero Jesús reconoció el rostro de Satanás detrás de aquellos hombres: Hipócritas, ¿por qué me tentáis?

Cristo cumplió siempre sus obligaciones ciudadanas: pagó sus impuestos, e incluso obedeció a Pilato reconociendo que el poder del Procurador le venía de lo alto. Pero jamás se declaró públicamente a favor ni en contra de Roma. No era ésa su misión. Él había venido a salvar a judíos y romanos.

Vosotros, los seglares, si os sentís llamados a ello, tomad partido, defended vuestras ideas en las cuestiones temporales; podéis hacer mucho bien en ese terreno. Pero jamás mezcléis a la Iglesia en esos asuntos. La misión de la Iglesia es proclamar las verdades eternas, no tomar partido en cuestiones temporales u opinables. Eso os lo ha dejado Dios a vosotros.

(TOA29)

El error de partir la vida en dos

Un error frecuente en algunos cristianos consiste en partir la vida en dos: lo que se ofrece a Dios y lo que no hay más remedio que hacer para vivir. Esto les provoca una tensión insufrible: Si no están rezando ante el sagrario, no sirven a Dios. Qué ganas de acabar de trabajar para volver al templo. Lo mismo les sucede con el apostolado: Si no están hablando explícitamente de Dios, no están evangelizando. Si hablan de fútbol, se trata de una cesión a la frivolidad.

Así no hay quien viva. Y la fe debe ser vida, no angustia. No hay enfrentamiento entre fe y vida. Los tiempos de trabajo y de descanso, vividos en presencia de Dios, son también ofrenda santa, tanto como la oración. Y hablando de fútbol se puede evangelizar tanto como hablando de la santísima Trinidad.

Todo aquel que se declare por mí ante los hombres... Declararse por Cristo no consiste en ir por la calle con un pectoral colgando del cuello, como un obispo. Consiste en hacer presente en la propia vida la vida de Cristo. Y Cristo no sólo proclamaba parábolas. También reía, hablaba del tiempo, comentaba las noticias… Todo con amor y alegría.

(TOI28S)

El Amigo

amigoEstuve viendo el otro día «Las ocho montañas» (Felix Van Groeningen, 2022). A pesar de las buenas críticas, me aburrí como una ostra. Pero, hablando de las buenas críticas, casi todas incluían una frase parecida a ésta: «Historia de una amistad no homosexual».

Occidente se vuelve loco a pasos agigantados. Hemos sexualizado todo de tal forma que estamos perdiendo el valor de la amistad. Hoy día, si dos hombres comen juntos en un restaurante, la gente piensa que son pareja. Ay de nosotros.

A vosotros os digo, amigos míos… La historia de Jesús y sus discípulos es una historia de amistad. Así, a secas, en estado puro, purísimo. Antes de morir, dijo a sus apóstoles: A vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer (Jn 15, 13.15).

Jesús es Pastor, Salvador, Mesías, hermano… pero es, también, amigo. Y de los de verdad, de los que nunca fallan. Sus palabras no son mandatos de un déspota, sino consejos de amigo que quiere lo mejor para su amigo.

Aunque, para que una amistad prospere, hacen falta dos. ¿Haces lo posible por convertir al Señor en tu mejor amigo? ¿Tratas con Él?

(TOI28V)

Santos que guíen a santos

Cuando el tío Ben le dijo a Peter Parker (Spiderman, para más señas) que «un gran poder conlleva una gran responsabilidad», estaba citando a los clásicos, porque esa frase aparece ya en la literatura griega relativa a la espada de Damocles. En todo caso, la frasecita nos viene hoy al pelo.

¡Ay de vosotros, maestros de la ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia: vosotros no habéis entrado y a los que intentaban entrar se lo habéis impedido!

Más poder que a aquellos maestros de la Ley, a quienes se entregó en depósito la herencia de Moisés, se nos ha dado a nosotros, los cristianos. Hemos recibido las palabras de Cristo, el Magisterio de la Iglesia y las enseñanzas de los santos. Y las hemos recibido para repartirlas, para darlas a conocer a todos los hombres.

Pero (y ahora viene la parte de la gran responsabilidad) si nos escuchan hablar de Dios, y después nos ven tibios, descuidados, sensuales, soberbios, envidiosos, egoístas… Si no nos ven arrepentirnos de nuestras faltas y luchar por enmendarnos… Entonces se sentirán movidos a imitarnos, y no entraremos en el reino ni ellos ni nosotros.

Necesitamos santos que guíen a santos.

(TOI28J)

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