La Resurrección del Señor

7 octubre, 2023 – Espiritualidad digital

Verdades urgentes

El hombre occidental se ha erigido en dios. La vida propia y ajena le pertenecen, él decide cuándo morir y se apropia el derecho de matar a sus hijos. Su cuerpo le pertenece, decide sobre su «género» sin someterse a los dictados de la Naturaleza. Su tiempo, su dinero, su imagen… Todo es suyo, ya no sirve ni a Dios ni a nadie. Al menos, eso cree. Hasta que muere calcinado en una discoteca a las seis de la mañana, sin tiempo para darse cuenta de su mentira.

Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia. Como los labradores de la parábola, se ha apropiado de la tierra que debía administrar y ha matado a Dios, el dueño de la viña. Pero ahora… ¿quién lo protegerá? Occidente se está suicidando.

Por encima de la política y de las ideologías, hay verdades que es urgente recordar: Somos pobres, todo lo hemos recibido de Dios, nuestras vidas y nuestros cuerpos le pertenecen, y Él nos pedirá cuentas de cómo hemos administrado lo que puso en nuestras manos. Él nos ama, quiere otorgarnos felicidad y vida eterna, pero para ello es necesario que recordemos algo: tenemos un Padre.

(TOA27)

La dulce cadena que nos ata a la Virgen

Las modernas apariciones de Lourdes y Fátima están llenas de anécdotas relativas al santo Rosario. La Virgen parece empeñada en que lo recemos, y en que sepamos que le agradan nuestros rosarios. Cuando Bernardita, ante la Señora que se le aparecía en la gruta de Masabielle, intentaba pasar las cuentas de su rosario, no podía hacerlo si no las movía a la vez que la Virgen. Es gracioso, la Virgen pasaba las cuentas, pero era la niña quien rezaba; no iba la Virgen a rezarse a sí misma. Así sabíamos que ella lleva cuenta de nuestras avemarías. En Fátima, el pequeño Francisco había inventado un rosario «abreviado»: «Dios te salve María, Dios te salve María, Dios te salve María»… ¡Hala, así diez veces y un misterio! Y cuando Lucía pregunta a la Señora si Francisco iría al cielo, ella responde: «Sí, pero debe rezar bien sus rosarios». Era una humorada, un guiño de madre.

En todo caso, déjame decirte que un rosario mal rezado vale infinitamente más que el rosario que no se reza. Y un rosario bien rezado, contemplando los misterios, es oro.

Aunque lo reces mal, rézalo todos los días. Pero haz todo lo posible por rezarlo bien.

(0710)

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