Santa Teresa escribió una de las más hermosas declaraciones de amor a Dios: «Vuestra soy, para Vos nací. ¿Qué mandáis hacer de mí?». Pero esas palabras eran eco de otras, brotadas de labios de la Virgen: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
¿Cuál es la historia de esa frase pronunciada por María? ¿Cómo se gestó en su inmaculado corazón? La mayor parte se nos escapa, porque la huella viscosa del pecado enturbia nuestra alma y la impide conocer con claridad el Amor de Dios. Poco a poco, la vida espiritual va limpiando esa huella y, conforme desaparece, el corazón atisba la dulzura de ese Amor. Entonces nos vamos llenando de cielo.
La Virgen, sin embargo, al ser inmaculada, percibió desde muy niña esa ternura y predilección de Dios por ella. Supo que el Altísimo la quería para Él, y ella se rindió, se entregó libremente. Tomó su vida en sus manos y se la entregó a Dios.
La esclava del Señor significa: «Te pertenezco, me has robado el corazón». Significa: «No debo hacer, sino ser dócil, dejarme hacer, obedecer». Significa: «Yo soy pequeña, pero tu palabra es poderosa, y hará obras grandes en mí».
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