La Resurrección del Señor

Miércoles de la 12ª semana del Tiempo Ordinario (Ciclo impar) – Espiritualidad digital

Perfume de Dios

A un cristiano no se lo reconoce porque lleve colgado un crucifijo en el pecho; eso está bien para los obispos, pero no es necesario que los seglares parezcáis obispos, monjes o monjas. Tampoco se reconoce a un cristiano porque lo veas salir del templo. A un cristiano se lo reconoce, sobre todo, por su vida. Es como los demás, pero no vive como los demás. ¿Cómo decirlo? Su vida huele a Dios.

Por sus frutos los conoceréis. Hay que acudir a san Pablo para entender estas palabras del Señor: El fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí (Gál 5, 22-23).

No penséis en grandes obras; ni siempre las hay, ni hace falta que las haya. Pensad, como os he dicho antes, en el perfume. Estás con un cristiano, y el ambiente se llena de un amor, una paz, una alegría, una bondad nada escandalosas, pero… da gusto estar con él. Luego, cuando os separáis, el perfume te ha impregnado: te sientes en paz, te sientes alegre, te sientes –incluso– mejor persona.

Claro, ahora lees esto y piensas: ¿Seré cristiano yo? Reza, abrázate a la Cruz. Imprégnate del buen olor de Cristo.

(TOI12X)

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