La Resurrección del Señor

Martes de la 7ª semana de Pascua – Espiritualidad digital

Nuestra hora

Concluye Jesús sus palabras de despedida y, antes de salir del Cenáculo, eleva los ojos al cielo: Padre, ha llegado la hora.

El comienzo de la oración sacerdotal es seco, estremecedor: Ha llegado la hora, esa hora tan esperada desde las bodas de Caná, y que ha ido conformando el ruido de fondo de un tictac, de un reloj en marcha atrás, durante todo el evangelio de Juan. Las manillas han llegado a las doce. Nunca había sido tan tarde. Nunca había sido la noche tan oscura. Jesús es consciente de que en esa hora todo está en juego, de lo mucho que depende de que Él esté a la altura, sea fiel y glorifique a su Padre.

No sé si lo somos nosotros. ¡Dios mío! Cuántas cosas dependen de nuestra fidelidad. Creemos que ayudaremos a los demás porque digamos frases acertadas o hagamos lo correcto, y no es así. Lo que los demás necesitan es que seamos fieles, que comencemos nuestra oración a su hora (¡nuestra hora!), que cumplamos con esas mortificaciones que nos habíamos propuesto, que nos levantemos de la cama a la primera, conscientes de que «nuestra hora» llega cuando suena el despertador… Así redimiremos la tierra.

(TP07M)

“Tú, pecador

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