La parábola del buen samaritano se inicia con una pregunta: ¿Quién es mi prójimo?
A partir de aquí, Jesús inicia la narración como respuesta a esa pregunta. El prójimo, es decir, el «próximo», el cercano, es un hombre que cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. En resumidas cuentas, esa persona que tienes a tu lado es una persona que ha sufrido y que sufre, alguien que necesita ayuda y calor humano.
Apenas media hora antes de escribir estas líneas, he conversado con alguien que me explicaba lo difícil que le resulta rezar por los políticos. Le respondí lo mismo que os digo a vosotros: lo que conocemos de los políticos es el personaje, el retrato que nos pintan los medios de comunicación. Pero tras cada personaje hay una persona que ha sido niño, ha tenido madre y padre, y tiene toda una historia de sufrimiento de la que no sabemos nada. Recemos por la persona, no por el personaje.
En el cielo no te hará falta este consejo, pero en la tierra te será útil. Recuerda que tu prójimo es una persona que sufre. Míralo con compasión.
(TOI27L)
