La Resurrección del Señor

La conversión del apóstol san Pablo – Espiritualidad digital

Caerse del caballo y subir a la Cruz

Vivimos tiempos extraños. La búsqueda de la verdad ha sido reemplazada por la afición a lo impactante. Lo que no conmueve no existe, y lo ordinario aburre. Vamos mal, porque, como sucede con las adicciones, cada vez necesitamos un impacto mayor para conmovernos. En ambientes «piadosos» sucede lo mismo. Gustan las conversiones escalofriantes: Trabajaba en un prostíbulo, y ahora es religiosa de clausura. Practicaba abortos, y ahora reza tres rosarios al día. Traficaba con droga, y ahora es monje camaldulense. Quienes hemos ido a misa desde pequeñitos y no hemos descendido nunca a las alcantarillas de la perversión somos un aburrimiento.

Pero, tras el impacto, está todo por hacer. La santificación es obra de toda una vida. Convertirse es como enamorarse: no tiene mérito, te viene como una ola y te tumba. Pero después hay que entregar la vida al ser amado, y eso conlleva esfuerzo y sacrificio. He visto conversiones frustradas. Les gustaba llorar en la oración, pero no quisieron subir a la Cruz.

Id al mundo entero y proclamad el evangelio. La grandeza de Pablo está en que, tras caer del caballo, entregó su vida al apostolado. Por eso celebramos su conversión: porque fue sellada con el martirio.

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“Evangelio

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