La Resurrección del Señor

31er. Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A) – Espiritualidad digital

El dedo y la luna

¡Cómo no temblar ante las palabras del Señor!: En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.

¿Acaso yo, que dedico mi tiempo a hablar de Dios, hago lo que digo? ¿Lo haces tú? Y, si mi vida no está a la altura de mis palabras, ¿qué haré? ¿Callarme y dejar de hablar de Dios? ¿Esperar a convertirme para abrir los labios? ¿Cambiar el discurso para que se ajuste a la mediocridad de mi vida?

Dicen que, mientras el dedo señala la luna, el necio se queda mirando al dedo. No callaré. Mi vida, enturbiada por mis pecados, es dedo que señala a Cristo. Si alguien se queda mirando al dedo, peor para él. Jamás quisiera ponerme como ejemplo de virtud, no lo soy.

Pero, a pesar de mis miserias, deseo la santidad con todas mis fuerzas, Dios lo sabe. Por eso, a quien se quede mirando a este dedo sucio, le diré: «Deja de mirarme, y ven a luchar conmigo por alcanzar a Aquél de quien te hablo». Así me ayudarás, y te ayudaré.

(TOA31)

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