Tarifa gratuita y suscripción de pago

Cuando te dicen de alguien que es «católico practicante», o que «va a misa», parece que añadieran un plus de calidad al catolicismo medio. Vamos, que la persona a quien definen así es una especie de católico «premium», frente a quien se abonó a la suscripción gratuita.

Pero es mentira. En primer lugar, porque es difícil llamar católico a quien no se alimenta en la Eucaristía, que es el lugar donde la Iglesia se sustenta. Y, en segundo lugar, porque la mera asistencia regular al templo no es garantía suficiente de discipulado.

Se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían convertido. En Corozaín, Betsaida y Cafarnaún Jesús había movido multitudes, fascinadas por sus milagros y su enseñanza. Y, sin embargo, a la vista de sus lágrimas, está claro que la mayor parte de aquellas personas eran «público», es decir, gente que se sienta en el patio de butacas para mirar, escuchar y aplaudir, pero que de ningún modo están dispuestos a ponerse en pie y tomar la cruz en pos de Cristo.

No es católico quien asiste al Santo Sacrificio. Es católico quien se inmola con Cristo.

(TOI15M)